domingo, 25 de marzo de 2012

EL PODER DE LOS LIBROS: POR JOSÉ LUIS GARTNER

                                         El poder teme a un pueblo informado y culto

Desde los albores de la historia –la historia comienza donde comienzan los libros- las relaciones entre el poder y los libros han tenido sus más y sus menos. Un libro puede tener la capacidad de derrocar a un mandatario, pero también puede coadyuvar a encumbrar a un líder. El viejo lema de “quítate tú pa que me ponga yo”. Ahora bien, sabemos por experiencia que los líderes suelen ser refractarios a la vasta diversidad de pensamiento que albergan los libros. Por ese motivo unos objetos tan aparentemente inofensivos han sido pasto de censura y reprobación, cuando no de las llamas. La biblioteca de Alejandría no ardió por casualidad. Fue el Patriarca –y santo- Cirilo quien decidió cuándo y de qué modo había que acabar con todo el saber que albergaban aquellos rollos de pergamino. Con tan expeditiva acción no sólo se acabó con siglos de conocimiento e historia, sino que también se consolidó una doctrina cuyo mayor empeño ha sido el acabar con el derecho a la réplica.


Los libros son peligrosos; primero porque no todas las reflexiones que en ellos se albergan tienen que ser acertadas, en segundo lugar porque nacieron con la posibilidad de cuestionar hasta lo más sagrado, y tercero, porque en algunos libros se encuentra la espoleta que suele hacer estallar la conciencia de los lectores. El contenido de un texto escrito podría servir para desarrollar en el individuo algo parecido a un criterio independiente. Y eso no excluye a ningún tipo de libros. Bien es cierto que los escritos de los filósofos griegos son el origen de nuestra idiosincrasia occidental; pero también lo es que en la inofensiva literatura se ha desplegado un campo para la reflexión poco menos que infinito. Puede incluso que en un sencillo poema aprendido en nuestra infancia hayamos adquirido el amor por la naturaleza, el horror por las guerras, el rechazo a las injusticias, el gozo de la sensualidad, la complejidad del sentimiento humano, la consciencia de la muerte... Sí: en los libros está eso que incomoda a los que manejan las riendas, y además arden mal.

Esto nos lleva a preguntarnos lo que significa la cultura para el poder. Frente al conocimiento crítico de la realidad y la evidente relatividad de los fenómenos, el poder enarbola la bandera de la cultura a su imagen y semejanza. Un presunto estado de derecho tiene el deber de proteger la cultura, incluso de incentivarla y, sin embargo, el concepto de cultura en manos del poder está indisolublemente ligado a la nostalgia, a aquel segmento del patrimonio que más se adapta a las exigencias del que gobierna. Rara vez (muy rara) una institución prestaría apoyo a una creación artística donde se pusieran en entredicho los valores del que gobierna, porque el que gobierna siempre sucumbirá a la tentación de castrar todo aquello que ponga en duda sus capacidades.

Cuando se cierran bibliotecas, se está cerrando el acceso del individuo a aquello que puede incomodar al poder: la capacidad para razonar con absoluta libertad. Se cierran bibliotecas para salvaguardar al pensamiento único. Se cierran bibliotecas con la tácita intención de configurar a un súbdito fácilmente maleable. Porque la no cultura y la cultura oficial son sinónimos de conformismo social y político. El poder no necesita que los ciudadanos cuestionen el sistema y sus maniobras, no, lo que el poder busca en sí mismo es la perpetuación de sus privilegios. Al poder le incordian los libros porque cualquier ideología que esgrima la autoridad como principio de su legitimidad es por definición contraria a la imaginación. El poder nos dice: dejadnos hacer a nosotros, mientras que hay libros que nos gritan directamente en la conciencia: ¡INDIGNAOS: os están robando el derecho y el deber de tomar decisiones!

Y luego pasa lo que pasa.

jueves, 15 de marzo de 2012

El poder del libro: por Pedro Estudillo


El poder del libro


Las minas del rey Salomón, de H. Rider Haggard; así se llamaba. Ese fue el primer libro enteramente de mi propiedad, nunca lo olvidaré. Tendría yo unos nueve o diez años cuando me lo regaló mi padre. ¡Mi primer libro! Hasta aquel momento todo habían sido tebeos y algún que otro comic, todos ellos compartidos con mis hermanos y hermanas, pero un libro... todo lleno de letras, sin una sola ilustración... todo un tesoro para mí. Tres veces seguidas acabé leyéndolo. Y aún lo conservo; algo desgastado y descolorido por el paso del tiempo, pero con todo su contenido y valor emocional intactos. Es la magia que poseen los libros.

Es una simple historia de aventuras, más o menos entretenida, pero eso es lo de menos, podía haber sido otro cualquiera y lo hubiera devorado igual. Por entonces me pareció la más grandiosa historia jamás contada. La primera vez en mi vida que leía tantas letras seguidas en tan corto espacio de tiempo... ¡Tres veces seguidas! No me lo podía creer, ese pequeño objeto de cubiertas amarillas había conseguido lo que ningún otro juguete había hecho jamás. Estaba emocionado con mi tesoro literario... y quería más.

Han pasado muchos años de aquello, y nunca le estaré lo suficientemente agradecido a mi padre. Aquel regalo, más todos los tebeos y comics de mi infancia, seguramente serán los más valiosos presentes que haya recibido en mi vida. La estimulación a la lectura es de las cosas más importantes que unos padres podrán hacer por sus hijos nunca; algo de lo que jamás podrán arrepentirse.

Después de Las minas del rey Salomón han pasado por mi vida muchas otras historias y aventuras de todo tipo. Leyendo he llorado, he reído, me he asustado, me he entretenido, he viajado... pero sobre todo, he aprendido. He aprendido que la vida es mucho más que las cuatro paredes que me rodean, que existen otras ideas, otras gentes, otros horizontes, otras costumbres, todas igual de válidas e importantes. Con un libro entre las manos he crecido como persona, como ser humano individual dentro de un conjunto social e indivisible; he aprendido a respetar, a valorar, a no juzgar, a comprender... he aprendido a Vivir.

El libro es una de las herramientas más eficaces que posee la humanidad del presente para aprender a discernir por sí misma. Ante la sumisión absoluta a un sistema manipulador por parte de la gran mayoría de medios de comunicación de masas, donde sólo prima el poder del dinero por encima de la Verdad, el libro se ha convertido en una vía de escape insustituible: manejable, intercambiable, sin límite de contenido, asequible y con multitud de formatos y estilos aptos para cualquier persona que se interese por algún tema determinado.

Regalen libros, cómprenlos, préstenlos, descárguenlos de la Red; lean por favor, inciten a la lectura a las personas cercanas. Un libro no es sólo un compendio de conocimientos o de historias entretenidas, un libro es mucho más, es cultura, es educación, es crecimiento, es socialización, humanización, es una de las más eficientes maneras de salir de la mediocridad a que nos condena el sistema capitalista dominante. Un libro es LIBERTAD
 
Pedro Estudillo. Clic: Perfil de sus Blogs

lunes, 12 de marzo de 2012

BIENVENIDOS AL 10º NÚMERO DEL ESPOLÓN



Cuando pensábamos que casi todo lo sabíamos, cogimos un libro, lo leímos,  y nos dimos cuenta de que no sabíamos NADA. El necio afirma; el sabio -porque lee y escucha a los que han leído- duda y reflexiona. Pero nunca presume de ser sabio, porque es consciente de que la frontera que lo separa de lo desconocido es inconmensurable..


LEE, LEE, LEE, LEE, LEE….
 Por Antonio Aguilera García

Estimados lectores y amigos de este “probe” invento de revista: siento deciros que no hay nada nuevo “bueno” bajo el sol. Incluso me gustaría decir que todo sigue igual, pero no puedo más que decir, aunque sea verdad de Pero Grullo, de todos conocida, que la cosa no solo no sigue igual, sino que va a peor a pasos agigantados y sin visos de mejorar: al paso cansado que llevamos los ciudadanos, los únicos que podríamos cambiar esto.

 Los insaciables avarientos se han apoderado del mundo y, de lo que es aun más grave: de sus dirigentes políticos. Tenemos como políticos a hombres de paja, serviles individuos a las órdenes de JPMorgan, Goldman Sachs, Deutsche Bank, Banca Suiza y otros MONSTRUOS nacidos al olor del dinero y consentido en loor de multitudes descerebradas, engañadas e ingenuas. Estos hombres de paja no dudan en aplicar a la ciudadanía las mismas recetas –reprimir al pueblo con violencia cuando se manifiesta por sus derechos fundamentales- que en décadas pasadas aplicaran en Sudamérica dictadores de la calaña de Pinochet, Galtieri, Videla etc para conseguir sus objetivos: trabajar para sus amos, los que concentran la máxima riqueza en las mínimas manos (una sola persona o corporación posee la misma riqueza que 800 millones de personas del África negra). Esta es la ley de los mercados salvajes y desregulados. Ellos pasan arrollando por encima de todo y, a su paso, provocan guerras y hambrunas descomunales. Las empresas privadas de los ganadores en la contienda se encargarán de “reconstruir” el país. La reconstrucción de Irak supone un embolso, para las empresas que participan, aproximado a los 500.000 millones de Dólares Para eso se convierten ciudades enteras en ruinas, para privatizar los beneficios. Luego, los gastos por la guerra, se le encasquetan a los ciudadanos (EE.UU. ha gastado alrededor de 4 billones de Dólares durante la última década en las guerras que ha promovido, ¿cuánto habrá gastado España?) en forma de deuda Pública. Cómo va a poder el “pobre” Obama dar –como prometió- asistencia sanitaria a toda la plebe? ¡Si no tiene un duro…!!. Los Mercados le dan dinero para la guerra, pero no para sanidad y otros proyectos iluso-sociales. Después, si alguna empresa “amiga”, o banco de algún colega (que echó una mano a financiar la campaña electoral) entra en crisis, pues también se le aplica una inyección de vitaminas –pasta gansa- con cargo, de nuevo, a los lomos del ciudadano. ¿Por qué no se han nacionalizado los bancos especuladores causantes de la crisis y se ha trasladado crédito a empresas y familias?

Los mercados buscan la desaparición del patrimonio nacional, empresas públicas (ojo! Solo las rentables –adjudicadas a sus amigos- , las chungas nos las comemos entre todos) y toda intervención intervención del Estado en los medios de producción pues, según dicen los profetas del Libre Mercado, las interferencias del Estado en la economía son las causantes de las crisis.

 Se quieren cargar el estado del bienestar; por supuesto también esa quimera de "la igualdad de oportunidades", "la igualdad de los ciudadanos ante la ley". ¿Qué es eso de que los pobres asciendan en nivel de vida y alcancen puestos en la judicatura, la medicina, ingeniería u otras profesiones liberales? ¿Qué se ha creÍdo esa CHUSMA –piensa el rico- que van a estudiar o ir al médico con mi dinero? ¡NO hombre NO!: quien quiera lujos que se los pague de su bolsillo. RECORTES por doquier. Que te mueres en la sala de espera del hospital, te jodes, que hubieran trabajado (en caso de las grandes fortunas: robado) tus ancestros y te hubieran dejado pelas para heredar; y tierras, cortijos, dinerillo fresco., y, con un poco de suerte hasta un título nobiliario.

Y, mientras tanto, qué pasa con el pueblo…? Dormita, anestesiado, confundido, “estrastornao”, por lo que le pueda caer encima. Lo primero que necesitamos comprender es quienes son los causantes de la situación en que estamos y, a partir de ahí, exigir responsabilidades; para ello debemos tener unas variadas fuentes de información, textos, libros…, para posteriormente, con una mente crítica, sacar nuestras propias conclusiones. “Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar es un idiota; quien no se atreve a pensar es un cobarde” (F.Bacon) “La ignorancia del ciudadano da la victoria a los tiranos: LEE, LEE, LEE, LEE, LEE” (Movimiento15M).

jueves, 8 de marzo de 2012

Auditoría ciudadana de la deuda: ¿por qué y cómo?

Auditoría ciudadana de la deuda: ¿por qué y cómo?

Damien Millet · Eric Toussaint

Indudablemente, la cuestión del pago de la deuda pública constituye un tabú. Los jefes de Estado y de gobierno, el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea y la prensa dominante lo presentan como inevitable, indiscutible y obligatorio. Los ciudadanos y las ciudadanas se deberían resignar a pagar la deuda pública. La única discusión posible sería sobre la forma de modular el reparto de los sacrificios necesarios para liberar los medios presupuestarios suficientes, con el fin de cumplir con los compromisos del país endeudado. Los gobiernos que pidieron los préstamos fueron elegidos democráticamente, por lo tanto sus actos son legítimos. Se debe pagar.

La auditoría ciudadana es un instrumento para eliminar este tabú. Permite que una proporción creciente de población comprenda todas las circunstancias e implicaciones del proceso de endeudamiento de su país. Una auditoría ciudadana consiste en analizar de manera crítica la política de endeudamiento llevada a cabo por las autoridades de un país.

Las preguntas que es necesario plantear

¿Por qué el Estado fue empujado a contraer una deuda que no deja de crecer?

¿Al servicio de qué opciones políticas y de qué intereses sociales ha sido contraída la deuda?

¿Quién se aprovecha de ella?

¿Era posible hacer otras opciones o era necesario?

¿Quiénes son los prestamistas?

¿Quiénes son los tenedores de la deuda?

¿Los prestamistas ponen condiciones para la concesión de los préstamos? ¿Cuáles?

¿Cuál es la ganancia de los prestamistas?

¿Por qué el Estado se vio comprometido, cuál fue su decisión, y bajo que concepto fue tomada?

¿Cuál es el monto de los intereses pagados, con qué tipo de interés, qué parte del principal ha sido ya reembolsada?

¿Mediante qué mecanismo las deudas privadas se convirtieron en «públicas»?

¿Bajo qué condiciones se hizo un determinado rescate bancario? ¿Cuál fue el coste? ¿Quién tomó la decisión?

¿Debemos indemnizar a los accionistas que son responsables del desastre, con administradores que ellos mismos habían designado?

¿Cuál es la parte del presupuesto del Estado que está destinado al reembolso del capital y de los intereses de la deuda?

¿Cómo financia el Estado el pago de la deuda?

No es necesario entrar en secretos de Estado para encontrar las respuestas

Para responder a todas estas preguntas —y la lista no es exhaustiva— no hay ninguna necesidad de revelar secretos de Estado, de acceder a documentos no públicos del Banco Central, del Ministerio de Economía, del FMI, del BCE, de la Comisión Europea, de las cámaras de compensación como Clearstream o Euroclear, o de contar con las confidencias de una persona que trabaja en el seno de uno de estos organismos. Por supuesto, habrá numerosos documentos protegidos celosamente por los gobiernos y los banqueros, que deberán ser puestos a la disposición del público y que serán muy útiles para afinar el análisis. Por lo tanto hay que exigir el acceso a la documentación necesaria para una auditoría completa. Sin embargo, es perfectamente posible proceder a un examen riguroso del endeudamiento público a partir de información de dominio público. Numerosas fuentes son accesibles para quien desee tomarse el trabajo: prensa, informes del Tribunal de Cuentas, las sitios Internet de las instituciones parlamentarias, del banco nacional, de la agencia encargada de la gestión de la deuda, de la OCDE, del Banco de Pagos Internacionales (BPI), del BCE, de los bancos privados, de las organizaciones o colectivos que ya se hubieran lanzado al estudio crítico del endeudamiento (www.cadtm.org, www.attac.org, www.quiendebeaquien.org/ ,…) los archivos de colectividades locales, los informes de las agencias de calificación e incluso las memorias de tesistas. No se debe dudar en pedir a los parlamentarios que planteen preguntas públicas al gobierno o a mandatarios locales de hacerlo ante las colectividades locales.
La auditoría no es una cuestión de expertos

El proceso de una auditoría no es un proceso reservado a expertos. Por supuesto que son bienvenidos y que pueden aportar mucho al trabajo colectivo de una auditoría ciudadana. Pero un colectivo puede comenzar el trabajo sin tener necesariamente garantizada esa participación. Si se empiezan las investigaciones y se provoca un debate público, durante el proceso los colectivos se entusiasmarán y conseguirán diferentes asesoramientos. Cada uno y cada una pueden tomar parte y ponerse a trabajar para sacar a la luz del día el proceso de endeudamiento público. En 2011, un colectivo nacional se ha puesto en marcha en Francia por una auditoría ciudadana de la deuda (www.audit-citoyen.org). Reúne numerosos movimientos sociales y políticos, y el llamamiento a su constitución fue firmado por decenas de miles de personas. En el marco de esta iniciativa, se han organizado colectivos locales en muchos lugares de Francia. Por otro lado, se puede partir de realidades locales con el objetivo de participar en la auditoría de las deudas públicas. Se puede comenzar analizando los préstamos estructurados vendidos a las colectividades locales en Francia y Bélgica por Dexia u otros bancos. A este propósito, un trabajo ya fue realizado: la asociación «Acteurs publics contre les emprunts toxiques» o sea «Actores públicos contra préstamos tóxicos» reúne una decena de colectividades locales (www.empruntstoxiques.fr). Se puede también comenzar por estudiar las dificultades financieras encontradas en los hospitales públicos presentes en vuestro territorio. Se están desarrollando, al mismo tiempo que en Francia, iniciativas por auditorías ciudadanas en Grecia, en Irlanda, en España, en Portugal, en Italia y en Bélgica.

Otros ámbitos en materia de deudas privadas también pueden abordarse. En países como España o Irlanda en los que el estallido de la burbuja inmobiliaria hundió a centenares de miles de familias en la ruina, sería útil investigar las deudas hipotecarias de las familias. Las víctimas de los manejos de los prestamistas pueden aportar sus testimonios y ayudar a comprender el proceso ilegítimo de endeudamiento que las afecta.

Un campo de acción muy rico

El campo de acción de una auditoría de la deuda pública es enormemente prometedor y no tiene nada que ver con su caricatura, que lo reduce a una simple verificación de cifras realizadas por contables rutinarios. Más allá de ese control financiero, la auditoría tiene un papel eminentemente político ligado a dos necesidades fundamentales de la sociedad: la transparencia y el control democrático del Estado y de sus gobernantes por los ciudadanos.

Se trata de necesidades que se refieren a los derechos democráticos totalmente elementales, reconocidos en el derecho internacional, el derecho interno y la Constitución, aunque sean violados continuamente. El derecho de control que tienen los ciudadanos sobre aquellos que los gobiernan, de informarse de todo lo que concierne a su gestión, sus objetivos y sus motivaciones es intrínseco a la propia democracia. Esto emana del derecho fundamental de los ciudadanos a ejercer su control sobre el poder y de participar activamente en los asuntos públicos y por lo tanto comunes.

El hecho de que los gobernantes se opongan a la idea de que los ciudadanos y ciudadanas osen realizar una auditoría ciudadana es revelador de una democracia muy enferma. Que por otra parte no para de bombardearnos mediáticamente con su retórica sobre la transparencia. Esta necesidad permanente de transparencia en los asuntos públicos se transforma en necesidad social y política totalmente vital, y por esta razón, la verdadera transparencia es la peor pesadilla para las elites.

Una auditoría ciudadana para el repudio de la deuda ilegítima
La realización de una auditoría ciudadana de la deuda pública, combinada, gracias a una importante movilización popular, con una suspensión del reembolso de la deuda pública, debe llevar a la anulación/repudio de la parte ilegítima de la deuda pública y a una reducción drástica del resto de esa deuda.

No es cuestión de apoyar los alivios de deuda decididos por los acreedores, especialmente a causa de las severas contrapartidas que implican. La anulación de la deuda, que desde ese momento es un repudio por el país deudor, es un potente acto soberano unilateral.


¿Por qué el estado endeudado debe reducir radicalmente su deuda pública al proceder a la anulación de las deudas ilegítimas? En primer lugar por razones de justicia social, pero también por razones económicas que cualquiera puede comprender y apropiárselas. Para salir de la crisis de forma satisfactoria, no podemos contentarnos de reactivar la economía gracias a la demanda pública y a la de las familias. Puesto que si nos contentamos con una política económica de reactivación combinada a una reforma fiscal redistributiva, el suplemento de la recaudación fiscal será absorbido en gran parte por el pago de la deuda pública. Las contribuciones que se impondrán a las familias más ricas y a las grandes empresas privadas (nacionales o extranjeras) estarán ampliamente compensadas por la renta que obtendrán de las obligaciones del Estado, ya que por lejos son los principales tenedores y beneficiarios (razón por la cual no quieren ni oír hablar de una anulación de la deuda). Por lo tanto es necesario anular una gran parte de la deuda pública. La amplitud de esta anulación dependerá del nivel de conciencia de la población víctima del sistema deuda (en este nivel, la auditoría ciudadana cumple una función crucial), de la evolución de la crisis económica y política y sobre todo de las relaciones de fuerza concretas que se construyen en la calle, en las plazas y en los lugares de trabajo mediante las actuales movilizaciones y las que estén por venir.

La reducción radical de la deuda pública es una condición necesaria pero no suficiente para que los países de la Unión Europea puedan salir de la crisis. Se necesitan medidas complementarias: reforma fiscal redistributiva, transferencia del sector de las finanzas al ámbito público, resocialización de otros sectores claves de la economía, reducción del tiempo de trabajo con el mantenimiento del salario y contratación compensatoria, y tantas otras medidas que permitirían cambiar radicalmente la situación actual que llevó al mundo a un explosivo callejón sin salida.

martes, 6 de marzo de 2012

Y yo, maestra, empeñada…: por Marina Hernández



DESDE MI AULA


Tengo una clase espaciosa, bien iluminada, con unos grandes ventanales que ocupan toda una pared. Los estores de colores me permiten crear ambientes, incluso oscurecer parcialmente cuando quiero utilizar la pizarra digital o el proyector. Mis alumnos de 6º curso tienen a su disposición un pequeño ordenador portátil con conexión a Internet y miles de recursos en el Portal de Educación de la Junta de Castilla y León…

Y yo, maestra, empeñada en que leamos un libro cada trimestre. Incluso rechazo el cuadernillo de actividades para que solamente disfruten de la lectura, sin más.

En Internet, desde sus ordenadores, hacen actividades de todas las materias. Les encanta porque son muy lúdicas e interactivas. Eso de no utilizar el papel y el boli les parece fascinante. Recorren los dedos por el teclado como colibríes apresurados y chillan con sus logros y hacen carreras y competiciones…

Y yo, maestra, empeñada en que en los tiempos “muertos” después de un examen o cuando terminan una actividad cojan un libro y lean, sólo eso.


Mis alumnos se divierten con la Divergaceta, donde encuentran escritos de otros alumnos, chistes, enlaces interesantes a páginas creadas por y para ellos. La pizarra digital les permite realizar actividades escribiendo en ella con el dedo, moverse por la página cual ratoncillos nerviosos o subirse a los planetas y, desde allí, contar las estrellas y constelaciones.


Y yo, maestra, empeñada en que escriban una historia, lean una poesía bien entonada, reconozcan géneros y figuras…empeñada en que cojan un libro, lo huelan, le den vueltas, miren la portada, la contraportada, sepan quién inventa para ellos, busquen otros libros del mismo autor, que pasen las páginas chupando el dedo y utilicen esos marcapáginas, con sus nombres, que hemos hecho en la clase de plástica.

Y yo, maestra, empeñada…


Marina Hernández Martín

http://marinahm.blogspot.com/

lunes, 5 de marzo de 2012

ODA AL LIBRO

... Y HABLÓ EL LIBRO (ODA)


Mi querida Humanidad,

quiero volver del olvido,

acurrucarme en tus manos

y saberme protegido.

Yo poseo facultades

que agudizan tus sentidos.

Guardo en palabras saberes

que constatan lo aprendido.

Albergo Historia en mis páginas

desde los tiempos antiguos.

¡Soy la voz de la cultura,

su instrumento más preciso!

Guardo en renglones, tesoros

y riquezas sin ser rico.

Para el necio soy adorno

y maestro para el niño.

Soy conocimiento puro,

el mejor de tus amigos.

Guardo la esencia del mundo

y perduro siglo a siglo.

Me adoras o me persigues

como oficial o proscrito,

más contra toda injusticia,

soy defensa en tu camino.

Doy luz al entendimiento

y al pensamiento doy brillo.

Para la mente soy vida

o un arma de doble filo.

Soy razón y consecuencia,

soy el final y el principio,

y entre líneas tengo el alma,

pues tu ignorancia es castigo.

Vivo en grandes Bibliotecas

y en hogares muy sencillos.

No temas mi compañía;

soy todo cuanto has escrito.

¡Sálvame de la indigencia

y recuerda que soy tu hijo!

Quiero estar frente a tus ojos...

Tuyo para siempre: el Libro.


Mª Antonia Gutiérrez Huete

18/01/2012