La Educación del siglo XXI
Introducción
Hablar de la educación del siglo XXI, en unos momentos en que los descubrimientos científicos y los avatares y cambios tecnológicos llevan una velocidad de vértigo, es bastante arriesgado y comprometido. Pero, existen unos indicadores de cambio que pueden ser el eje vertebrador de los sistemas educativos de los distintos países.
Los cambios en la economía (global e internacionalizada), en el campo social y cultural, en las costumbres y valores familiares y en el ámbito educativo, junto a la crisis de valores y de los llamados “Estados del Bienestar” (privatización de los sectores económicos, productivos y servicios sociales) han de llevar a una profunda reflexión sobre el modelo educativo para este milenio.
La sociedad actual se va a mover en unos parámetros y en una problemática a la que la escuela no puede ser ajena, ya que muchos de sus problemas van a ser de naturaleza educativa y van a estar relacionados con una nueva escala de valores y con una atención compensatoria y diversa.
Los valores del siglo XXI
La nueva escala de valores del siglo XXI debe girar en torno a la defensa de una vida digna (paz, libertad, igualdad, justicia y solidaridad) y de unos principios de una vida en común (responsabilidad, tolerancia, diálogo, honestidad, civismo…) de los que se derivan normas, hábitos y actitudes (Pérez Tapias, 1996), junto a otros valores emergentes, fruto del nuevo humanismo, como el medioambiente, la salud y la convivencia. En esta nueva escala hay que recuperar otros valores tradicionales que actualmente están en crisis, como la autoridad moral de la escuela y social del profesorado, la disciplina de trabajo, el esfuerzo personal como medio para lograr metas en la vida o la responsabilidad y madurez en la toma de decisiones. También puede que el desarrollo científico y tecnológico nos lleve a dotar con categoría de valor el derecho a la intimidad o privacidad de determinados ámbitos de la persona.
También viviremos momentos de crisis que requerirán una cooperación solidaria ante determinados problemas internacionales para avanzar en la corrección de desequilibrios en el desarrollo; en planteamientos éticos ante la utilización de las innovaciones científicas y tecnológicas; en la defensa y conservación del medio ambiente; en la defensa del ejercicio de los derechos humanos; y en muchos otros campos, como la marginación, la drogodependencia, el racismo, la xenofobia o la plena igualdad entre sexos. En definitiva, viviremos una sociedad mucho más plural y diversa que nos exigirá una catarsis y probablemente una redefinición de la función de la escuela y de la formación permanente de su profesorado.
La Escuela del siglo XXI
La escuela del nuevo milenio debe tener una función social y debe ser un agente de cambio. No puede quedarse anquilosada sólo en la transmisión de conocimientos (siglos XIX y XX), pues existen otros medios de transmisión de la información muchos más atractivos y eficaces. La función de la escuela debería girar en torno al paradigma de provocar la reconstrucción de los conocimientos del alumnado y su acción comportamental, junto a la compensación de las desigualdades. Por tanto, el objetivo prioritario será el recogido en el Informe de la UNESCO (Delors 1996), es decir, enseñar a aprender a aprender (conceptos/conocimientos), el de aprender a hacer (habilidades y procedimientos), la de aprender a convivir (dimensión social social, moral y ética) y el de aprender a ser (valores para el desarrollo moral). La educación, por tanto, ha de girar en torno a estas cuatro dimensiones. Es decir:
- Una educación que enseñe a conocer: que enseñe a dominar los instrumentos del conocimiento y de la comunicación haciendo especial hincapié en las técnicas de recuperación de la información a través del uso de las tecnologías de la información y de la comunicación. Pero sobre todo, que enseñe el placer de conocer, comprender y descubrir.
- Una educación que enseñe a aprender hacer: en la que junto al aprendizaje de las diferentes materias permita al alumnado adquirir competencias personales como trabajar en grupo, tomar decisiones, relacionarse, crear sinergias y usar de su creatividad en la investigación, las artes o la empresa.
- Una educación que enseñe a convivir: que nos enseñe a conocernos a nosotros (nuestros sentimientos y emociones) y que nos permita desarrollar nuestra empatía con los que nos rodean, y con la que también aprendamos a discrepar, a ser críticos, a construir mundos en los que quepan ciudadanos de todas las culturas.
- Una educación que nos enseñe a aprender a ser: que nos posibilite desarrollar nuestra libertad, que nos ayude a tener un proyecto personal y autónomo, que nos haga disfrutar de lo que ya hemos alcanzado y nos dirija hacia lo que todavía no hemos conseguido con tesón, trabajo e ilusión.
Y, la mejor forma de abordar todas estas dimensiones de la educación es a través de la escuela comprensiva e inclusiva, ya que ésta enseña a vivir juntos compartiendo unas normas y valores comunes y una socialización integradora independientemente de las diferencias sociales, étnicas o religiosas.
Todo esto conlleva un nivel de exigencia, consenso y compromiso sobre qué valores educar, cuál será el grado de compromiso y responsabilidad de la comunidad educativa, qué estrategias se van a seguir para el reconocimiento de la autoridad moral de la escuela y qué mecanismos se van a poner en marcha para que exista una real confluencia de valores de las familias, del sistema productivo, de los medios de comunicación y de la propia escuela, ya que, de lo contrario, hacemos un flaco favor, según Bruner, a los agentes que actúan de “antiescuela”.
Conclusión
La madurez de un sistema consiste en la asunción de las responsabilidades de cada integrante y en tener la capacidad crítica de saber adaptarse a las nuevas situaciones que van apareciendo. La educación del siglo XXI obliga a que todos los protagonistas (administración, profesorado, familias y medios de comunicación) a que asuman sus funciones sin eludirlas de forma gratuita, garantizando que la escuela sea una realidad que favorezca una educación integradora y de calidad para todos y todas.
Bibliografía
UNESCO (1996): Informe Delors: La educación o la utopía necesaria. Ediciones UNESCO. México.
IGLESIAS, Mª.J y otros (2004). El reto de la educación emocional en nuestra sociedad. Universidad de da Coruña. Coruña.
Manuel Carrillo Reina
8 comentarios:
Bien dices, amigo Manuel, cuando haces la siguiente cita: "La nueva escala de valores del siglo XXI debe girar en torno a la defensa de una vida digna (paz, libertad, igualdad, justicia y solidaridad) y de unos principios de una vida en común (responsabilidad, tolerancia, diálogo, honestidad, civismo…)".
Estos principios deben de regir los destinos de la humanidad.
Pero tritemente la cosa puede girar en torno a otra acepciòn de la palabra "defensa", que paradòjicamente a su significado los hombres lo asignan a la destrucciòn del mundo.
Es un placer tenerte por estos espoloneados espacios.
Gracias
¡Uffff!.....muy largo me lo fiais ¡oh! querido Sancho....el papel lo soporta todo, pero del dicho al hecho existe un largo trecho....hoy por hoy las cosas van a peor y dificilmente y desde las autonomías podrá solucionarse...un abrazo de azpeitia
Si los miembros de una comunidad educativa no asumen, cada uno, sus responsabilidades, la educación en los centros educativos es un fracaso.
Los padres, principalmente, juegan un papel fundamental.
Un saludo.
Estoy de acuerdo con el artículo de Manuel y comparto los comentarios anteriores, especialmente el de Mª José. Los padres ponemos la primera piedra en la educación de los hijos.
Abrazos.
Pero ¿cómo educa alguien que no ha sido educado previamente? Es la pescadilla que se muerde la cola.
Pero todo tiene un límite en la vida; cuando éste llegue, se empezarán a notar los cambios.
Qué remedio.
Digo yo.
Un abrazo.
Hola amigos.........
Hola, ya más tranquilo: es que antes he escrito y no se ha publicado, ha desaparecido el escrito. Por eso lo de la prueba anterior. Disculpénme.
Me gustaría poner de manifiesto una idea del texto, que pienso que resume el total:
"La nueva escala de valores del siglo XXI debe girar en torno a la defensa de una vida digna (paz, libertad, igualdad, justicia y solidaridad) y de unos principios de una vida en común (responsabilidad, tolerancia, diálogo, honestidad, civismo…)".
Gravbemos estas palabras en el cerebro de cada ciudadano del mundo y todo nos irá mucho mejor.
Me gusta tu texto, Manuel Carrillo.
Gracias por traerlo y compartirlo.
Estimado Manuel:
La educaciòn del S.XXI, como bien señalas, se enfrenta a importantes y difìciles retos.
El mundo capitalista y de consumo desmesurado en que estamos inmersos, nos crea cantidad de problemas.
Destacarìa de tus palabras lo siguiente:
debemos...
-aprender a aprender
-aprender a hacer
-aprender a convivir
-aprender a ser
Vosotros los docentes, pedagogos etc, no os canséis nunca de intentar inculcar todo esto a nuestros hijos.
Nosotros los padres, asímismo, debemos de ejercer de tales PADRES.
Gracias por tu colaboración, y saludos a "tu viejo".
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