jueves, 16 de diciembre de 2010

Se está preparando la masa


Estimados amigos, seguidores de este "probe" proyecto El Espolón:
no hemos sido fagocitados por el sistema, aunque a  alguno nos mordió algún órgano vital.
Estamos vivitos y coleando, cada uno en su currelo. Mal de tiempo, eso no hay que jurarlo: hace más de medio año que no sacamos la revista, pero en cuanto Ojito Saltón la maquete, tendremos el siguiente número en la imprenta. A ver si podemos leerla con un polvoroncillo y aguardiente de Rute en la mano; así nos gustaría.
Os la mando a todos los de siempre. Si alguien más quiere recibirla que (levante la mano) me escriba a:
anto.aguilera1961@gmail.com no cuesta ni un real, sólo mandarme vuestro correo postal.

Saludos, hasta pronto.

domingo, 10 de octubre de 2010

LA MAYORÍA DE EDAD (O MADUREZ) FÍSICA, SÍQUICA Y JURÍDICA.







LA MAYORÍA DE EDAD (O MADUREZ) FÍSICA, SÍQUICA Y JURÍDICA.


LOS EFECTOS DE LAS ANTIESCUELAS

¿POR QUÉ EDUCAMOS A NUESTROS HIJOS?

Marco Aurelio nos sugiere la respuesta: “Los hombres han nacido los unos para los otros; edúcales o padécelos”.

Precisamente para no tener que padecer al hombre “inadaptado”, existe la educación. Educación impartida por maestros en centros escolares; educación en el seno familiar (en franca recesión); educación en el entorno social, la que se recibe en la calle con los amigos en la pandilla y que peligrosamente se ha convertido en “antieducación” y en “antiescuela” ya que la calle es el medio que influye más negativamente sobre ellos -cuando los modelos no son los adecuados-, porque la eligen libremente. Ésta que reciben en la calle es la educación con la que más se identifican, la que más les marca. Y esto pasa porque la calle no les obliga a estudiar, no hay normas estrictas como las hay en el colegio, o puede haberlas (no siempre) en el entorno familiar. Porque desde niños nos resistimos a realizar esfuerzos (de ahí surgió la expresión: “educar jugando”), a que nos fastidien cuando estamos “tan ocupados jugando”. Posteriormente, ya alcanzada la pubertad ,” los juegos” se van haciendo cada vez más peligrosos: tenemos reciente el trágico caso de una niña que reta a otra a un “duelo a muerte”, donde una de ellas muere en el reto; la práctica generalizada del “bullyng” que es hacerle la vida imposible a los compañeros más vulnerables de la clase; sin olvidar las agresiones no sólo verbales, sino también físicas a maestros, a los propios padres o a cualquier ciudadano que se ponga por delante-

Triste realidad ésta en la que la violencia se convierte en indispensable moneda de cambio para los jóvenes, como si haciendo uso de ella reafirmaran su poderío, marcaran (cual fiera) su territorio. Muy a mi pesar tengo que reconocer que la mayor parte de la culpa de que esto sea así, de que haya alcanzado estos terroríficos límites, la tenemos los padres. Porque hemos dejado en la cuneta nuestra responsabilidad. A veces porque el trabajo nos deja poco tiempo para dedicarles la debida atención; y casi siempre, porque cuando estamos con ellos estamos ausentes y el diálogo brilla por su ausencia: unos viendo la TV (para mayor entontecimiento general), otros con la consola, con los juegos de Internet o chateando con desconocidos.

Podemos concluir en que siempre falta el diálogo, el buen consejo, la puesta en común de las vivencias, la exposición de cualquier posible problema. Siempre falta sobre la mesa, no el pan, sino la palabra: ese precioso aire semántico al que llamamos palabra, indispensable materia prima para el diálogo.

El género humano tiene un problema insoluble: existe en él una dicotomía que es una muestra más de su imperfección. (Luego dicen que un ser perfecto nos creó a su imagen y semejanza)

La dicotomía que se produce en nuestros jóvenes no es otra que la diferencia en el tiempo que se da en ellos entre alcanzar la madurez física (pubertad), que se consigue sola con sólo dejar pasar los días, y la madurez síquica que es obra de la educación en centro de enseñanza y en la familia. La responsabilidad jurídica recae en los padres hasta tanto los hijos cumplen 18 años. El joven púber tiene un cuerpo fuerte, musculado, sano. La naturaleza, a todos los cachorros e infantes humanos, con el paso de los días....los hace maduros, adultos, hombres. Sienten la pulsión, el mandato de la naturaleza, por procrear, por perpetuar su especie. Algo normal en todas las especies: se dedican a nutrirse y a copular (costumbre muy sana y recomendable, fuera o dentro del matrimonio, amén) para procurarse descendencia.

El problema está en que, mientras el resto de seres vivos que existen en nuestro planeta llegan a la madurez corporal al unísono con la mental. O sea, son unos perfectos padres protegiendo y alimentando a sus crías tras su primer coito, siendo padres primerizos; en la especie humana esta coincidencia en la maduración no existe. Normalmente la madurez síquica del Hombre no se completa, en muchos casos, hasta 6, 8 ó 10 años (y en algunos nunca) después de la pubertad. Yo no digo que mientras tanto maduran su personalidad, nuestros chicos, no copulen; sino que, previo a ello, los mayores debemos haberles enseñado y educado en el “libro de ruta de la sexualidad”, para que sus relaciones sean sanas y ordenadas.

No sé si utópico, pero sí necesario “libro de ruta” donde, entre otras cosas, los futuros padres aprendan y se conciencien sobre la responsabilidad que conlleva el tener hijos, y sobre su adecuado manejo y educación: un curso obligatorio e intensivo que, sobre el citado “libro de ruta”, deberían realizar los futuros padres antes de iniciar la actividad sexual; para que los demás ciudadanos no tengamos que sufrir las consecuencias de su deficitaria educación.

¿Pero cómo podrán realizar los chicos de 12 ó 13 años el curso que capacite para ser padres, si no se despegan en todo el día de la TV, la Play y la Internet?

Realmente la especie humana es complicada. Pero si no cesamos de hablar y escuchar a nuestros hijos desde temprana edad, podamos conseguir que la justicia no tenga que castigar a los que nosotros no quisimos (o tal vez no pudimos) EDUCAR.

¿CÓMO PREVENIR LOS EFECTOS DE LAS “ANTIESCUELAS” EN NUESTROS JÓVENES?

Pues se debe hacer de igual forma que cuando tratamos de prevenir cualquier otra dolencia o enfermedad: con “medicina preventiva”.

Para empezar, creando los espacios e instalaciones adecuadas donde la juventud pueda “apalancarse” y estar relajada en su tiempo de ocio; de forma que, los jóvenes, no echen de menos otros lugares donde ellos se sienten cómodos y libres, como son la calle o los centros tóxico-musicales (queda sobreentendido que la toxicidad no es inherente a la música). Porque, a pesar de la toxicidad de los “elementos” de diversión que allí se consumen, ningún maestro, ni ninguna otra persona mayor, les va a recriminar ni va a limitarles su utópica libertad. En los espacios de ocio tradicionales, como la calle, discotecas etc, “aprenden la vida” divirtiéndose, aunque las herramientas que usan para ello no son las más recomendables (alcohol y tabaco mayormente).

Además, muchos de los adultos, somos unos desaconsejables modelos para nuestra juventud ya que, siempre que festejamos algo, usamos las mismas herramientas que ellos, y por lo tanto, es una herencia forzosa que les estamos dejando (las antes citadas: tabaco, más o menos aliñado; alcohol, con una amplia escala de gradaciones). Esta herencia que les dejamos, ya se encargan luego ellos de complementarla con algunas otras sustancias estupefacientes: clásicas, de diseño o novísimas, recién sacadas del horno. Todo un amplio abanico de tóxicos para que no quede neurona sin “animar”, ni hígado sin atormentar.

La sociedad y en su nombre el Estado, ramificado en las diversas instituciones públicas que lo conforman, es el responsable de crear espacios destinados a la juventud que sustituyan a los que hasta ahora utilizan. Estos espacios deben estar equipados con todo aquello que la juventud necesita para su divertimento físico y mental y que, al mismo tiempo, no cause daño alguno a ninguna de esas dos entidades. Misión difícil, creo, pero no imposible.

Estos posibles espacios o centros multifuncionales deben de ser del todo incompatibles con el aburrimiento (una de las peores “plagas” para la juventud), para ello, como ya queda dicho, deben de satisfacer las necesidades y pulsiones propios de su edad. Para ello, hay que hacer coincidir el horario de apertura de estos espacios polivalentes con el tiempo de ocio que dispone nuestra juventud; abarcando este horario las 24 horas, si fuese necesario, de todos los días en que los muchachos están ociosos y pueden estar en la calle: fines de semana, festivos con sus vísperas, y todas los periodos vacacionales que existen en el año.

¿Qué joven se resistiría a entrar en una instalación equipada con una amplia oferta de actividades lúdico-festivas, deportivas y culturales? Algunos de los equipamientos que deberían tener estos multicentros podrían ser:

Discoteca con distintos ambientes musicales, territorio para conciertos, gimnasio bien equipado, zona para la práctica de algunos deportes (que no requieran de una gran extensión), piscina climatizada cubierta, sala cibernética para juegos e Internet a libre disposición, biblioteca, sala de conferencias, cine, cafetería-pizzería-burguer..., etc.

Creo que esta lista cubre gran parte de lo que a nuestros chicos les encanta. Solamente habría una restricción (y ya sé que a los jóvenes no les gustan las prohibiciones), algo de lo que no se podría hacer uso dentro de estas instalaciones; ya lo saben: el tabaco, el alcohol, y las drogas de cualquier tipo. ¡AH! ya lo olvidaba, también estaría prohibido usar el “mal rollo”, la intolerancia y la mala voluntad.


Algunos dirán que muchas de estas actividades ya se desarrollan en nuestras ciudades bajo control privado. Pero yo les contestaría que, al sector privado, no le duele la salud de nuestros hijos (solamente se preocupan de su bolsillo), y que es responsabilidad ineludible de las administraciones públicas velar por la salud sico-somática de todos los ciudadanos. Fomentar el viejo axioma de “mens sana in corpore sano “, y el de “más vale prevenir que curar”.

Porque, conseguir que nuestros hijos descubran el gozo a través del deporte y la adquisición de conocimientos, sin por ello tener que renunciar a placer físico (como otro mundo):ES POSIBLE.

viernes, 17 de septiembre de 2010

CAUSAS DE LA CRISIS


CAUSAS DE LA CRISIS
Uno, que por suerte o por desdicha, tiene mucho tiempo libre, no como
el 63% de los españoles mileuristas que se las ven y se las desean para malvivir,
se pregunta quién o cómo se ha organizados el enésimo cacao económico
(crisis económica, vamos) que se ha formado.
Como el analfabetismo español en temas económicos es más que evidente, vamos a ver si podemos dar con algunas claves del por que, como apostilla en premio Nóbel de economía
2008, Paul Krugman, desde hace unos años hasta ahora, las diferencias entre los superricos y la clase media occidental cada vez son más enormes.
Las palabras claves de todo este tinglado son dos: BENEFICIOS Y ESTUPIDEZ
* Beneficios es lo que toda compañía que se precie, debe perseguir y buscar, y no ya sólo las grandes empresas que cotizan en bolsa, sino también, merced a un mundo donde se premia la avaricia, las pequeñas y medianas empresas de pueblo que tanto bien han hecho. Pero claro, como todo en esta vida, los beneficios tienen su asíntota, y por lo tanto hubo una época, allá por los 90, donde estos empezaron a “no crecer”, merced a la finitud de la Tierra que nos alberga.
Pero entonces, a un lumbreras se le ocurrió que como no se podía vender más, entonces habría que reducir costes, y así fue como pies en polvorosa, las multinacionales, cuya unas de las pioneras fue NIKE, subcontrataron su producción en la fábrica del mundo, o sea China, pero
a costa de despedir a miles de empleados tanto en EE.UU como en Europa y de pagar unos salarios míseros y explotar a todo el que se dejara, eso sí, vendiendo la explotación como si estuvieran haciéndoles un favor a los harapientos lugareños.
Para no perder comba, el resto de multinacionales empezaron a hacer lo
mismo, y hoy prácticamente, en el mundo occidental rico, las grandes multinacionales
y no tan grandes, producen un ínfimo porcentaje de sus ventas. Y por supuesto las marcas españolas, y varios empresarios de Priego también, han visto la bicoca en la deslocalización de las empresas locales, disminuyendo los salarios, aunque desminuyan las ventas, hace que la renta final para el dueño o los accionistas, sea superior, y así seguir aumentando los beneficios año tras año.
Hoy, grandes marcas de ropa, como la citada, y otras de distintos ramos, sólo venden una falacia, un mito, solo poseen la marca, ya no poseen fábricas, máquinas, talleres, empleados, materiales etc… no poseen capital productivo en definitiva. El truco está, en subcontratar la producción, y como ya he explicado antes, a explotar los míseros salarios que pagan. (NIKE ha
llegado a pagar 2 € por una zapatilla que vende a 100 € y 0,7 céntimos por
una camiseta que luego vende por 60 €)

Revista El Espolón ‐‐ Pensamiento libre Página 7
Pero todas estas multinacionales, tienen la desfachatez de una política de empresa crítica con los abusos salariales, de explotación infantil etc… en realidad, ellos no explotan a nadie, ya que no producen nada y exigen que sus proveedores no exploten a personas, otra cosa en cambio, son los suministradores que abastecen a los proveedores, toda una maraña de intermediarios
para diluir sus responsabilidades. Ahora estamos sintiendo los rigores de las políticas de beneficios, como por ejemplo los recientes casos de Roca, que trae piezas y recambios de países
con mano de obra más barata, lo que provoca las quejas de sus trabajadores
ya que esto los deja sin trabajo, incluso he llegado a oír a un representante
de los trabajadores de unas de las múltiples empresas con estos problemas
de subcontratación en Andalucía, mentar la palabra “mano de obra esclava”.
Resulta al final que todas las ONGs, antisistemas, ecologistas, miembros
destacados de la ONU, etc… van a tener razón… ¡¡¡Otra vez!!!
* Estupidez es la segunda parte de la explicación de la crisis. Decía Ford
que sus trabajadores deberían de poder comprar sus coches, echo más que
evidente, sino ¿quién te va a comprar parte de lo que produces?
Al deslocalizar la producción y dejar a muchos potenciales consumidores
en la calle, se produce un efecto desacelerador de la economía, pero parece
que esto a los políticos cortoplacistas no les importa, y por supuesto a nuestros
dirigentes en la sombra del IBEX tampoco.
Se debería de hacer un estudio de cuantos parados españoles, y en el
resto de Europa se deben a la migración y deslocalización de empresas a países
con costos de mano de obra más barata. Seguramente no serías muchos,
pero las leyes son implacables, y la ley de rendimientos decrecientes (o crecientes)
hace que si por culpa de una empresa que emigra, se quedan parados
unos pocos trabajadores, esto producirá un efecto desacelerador de la
economía, ya que todos estamos relacionados con todos y con todo, y por lo
tanto, esos pocos dejarán de consumir y el efecto de esta disminución del
consumo se verá transmitido en proporción aritmética al resto de las empresas.

Un claro ejemplo de esto son varias empresas de toda la vida que han
emigrado de Priego, hacía Marruecos. Esto ha hecho que sus antiguos trabajadores
se queden en paro, con lo cual ya no van a comprar los productos que
fabrican y no van a tener tanto poder adquisitivo para gastar en los comercios
locales.
Estupidez por que como bien demuestra Krugman, esta disminución de
las rentas de la clase media, y por lo tanto la desigual distribución de la riqueza, hace que los potenciales consumidores no dispongan de suficiente dinero
para gastar, eso sí, el dinero existe, pero lo van acaparando día a día los ya
muy ricos.
Si la renta no se distribuye, y cada vez hay más flujo de dinero de la
clase media-baja a los ricos, vía impuestos, rebajas fiscales, corrupción etc…
esto hace que al final la crisis nos golpee por quinta vez, como bien demuestran
los ciclos económicos del capitalismo de Kondratieff. Y por ahora, la sociedad
está adormecida y aborregada, pero llegará algún día, en que la crispación
social será tan elevada que el pueblo despertará y verá quién realmente
tiene la culpa de todos lo que nos está ocurriendo, y entonces, lo mismo, la
Revolución Francesa se va a quedar en una peleilla de patio de colegio.
Así que un aviso a los señores que poseen el capital:
¡¡Cuidado, no sean más estúpidos y más avariciosos, por que están
mordiendo la mano que les da de comer!!
Autor: Adrian Toomes

viernes, 27 de agosto de 2010

CARTA LISISTRATA - MAESTRA Y MADRE - SOBRE LOS HIJOS



CARTA DE LISÍSTRATA - MAESTRA Y MADRE- SOBRE LOS HIJOS.
Hace un par de meses, hablando por email en forma coloquial con Lisístrata (que es maestra y madre desde hace al menos 25 años) sobre el futuro tema principal de este número del Espolón (educación y juventud), me hace llegar algunos retazos de su pensamiento al respecto; y como ya he mencionado anteriormente, de forma distendida e informal, sin pensar ella en ningún momento que yo pudiera incluir dichas palabras en el presente número de esta “revista”. Las incluyo, con su permiso, por la naturalidad y gracia con que, tan acertadamente, expresa conceptos tan sumamente importantes sobre la educación de los hijos y alumnos. Su doble condición, de maestra y madre, la hacen fuente importante de sabiduría –y experiencia- por partida doble. Mis felicitaciones y gratitud, desde aquí, a Lisis; extensivas asimismo, a todas las madres y padres, maestros y maestras, que hacen todo lo humanamente posible para que los ciudadanos no tengamos que sufrir las consecuencias de la mala educación de los jóvenes: insufribles futuros hombres y mujeres del mañana.


Introducción por: Antonio Aguilera García




“Como bien dices nuestra sociedad se fue descabalgando del natural y, a la vez, instintos primarios, conforme íbamos avanzando en la historia;, a veces para bien y en ocasiones para mal, pero eso es tema largo y tendido qua ahora no ha lugar (cuando puedas te lees la saga del CLAN DEL OSO CAVERNARIO)
Ahora no tengo material acreditado por estudiosos a mano sobre la adolescencia y la relación entre padres e hijos en esa etapa, pero desde mi experiencia, no sólo como madre, sino como maestra que enseña en el primer ciclo de la ESO que es donde se concentran todos estos seres en edad de villanía, egoísmo y con aspecto de hormonas con patas puedo expresar algunas conclusiones a tal asunto:
1º Que los padres y madres hemos de hacernos a la idea de que es una enfermedad que se pasa a dos bandas, padres a un lado (al mismo lado, si no sería a tres bandas y eso supondría un descontrol) e hijos al otro.
2º Que se ha de preparar uno a recibir envites de toda clase y a suavizarlos y remediarlos de la mejor manera posible, pero nunca dejarlos como si nada sucediese.
3º Que seremos las peores personas del mundo en un tiempo, sólo por contrariar y contradecir los intereses de nuestros tiranos y rebeldes hijos, pero que si lo hacemos sin miedo, esto es, marcando (o meando territorio ), según instintos más primarios, ellos entenderán cual es su escalafón de vínculo en la manada donde viven. Jamás pueden ver amedrentamiento y temor alguno en los padres, si no ellos mearán enciman y marcarán su territorio donde no deben: estaremos perdidos.
4º Que todo lo anterior necesita mucho sacrificio y tener que dejar de hacer las cosas que a los padres nos gusta, pero que los hijos son lo primero aunque nos pongan al borde del infarto. Yo no he podido dedicarme a cosas que me gustan hasta que no han sido mayores y maduros. Cuando no querían venir de vacaciones, una de dos, o los obligaba a venir (hay que sopesar, pues con un mal rollo fuera de casa se pasa mucho peor, o simplemente no iba)” 5º Salón común controlado en tiempo y temas por papá y mamá. Internet se anula cuando se quedan por algún motivo solos en casa (se busca la manera, yo me llevaba hace 10 años el modem en el bolso).
6º Lo que uno de los padres diga en primer lugar en torno a castigos y permisos es irrevocable por parte del otro (de ahí que se deba estar en el mismo lado). A mí me tocó lidiar, pues pasaba la mayor parte del día con ellos, pero cuando su padre llegaba ya estaban los problemas solucionado; jamás les decía "verás cuando venga tu padre", me hubiera restado credibilidad y hubiera sido a sus ojos presa débil. Su padre era informado a la llegada de las novedades del día, pero castigos y decisiones eran ya dispuestos de manera implacable e irrevocable: el pescado vendido, vamos! ni que decir tiene que la bruja de la casa era yo , ejejej, pero no me importó. Ahora me alegro muchísimo.
7º Como son menores, pienso personalmente que los padres tienen derecho a investigar todo lo que hagan, incluso correspondencia y cajones, debajo del colchón de su territorio (habitación). Luego hay que ser sutil y no dar importancia a anotaciones de flirteos y demás. Si hubiere algún indicio de que tiene relaciones sexuales, sólo advertir, sin aludir al descubrimiento que es necesario prevenir embarazos y enfermedades con el reglamentario "antifaz" y con un poco de madurez, además subrayar que este tipo de relaciones no deben de comprometerles con nadie (ni deben usarlas para comprometer a nadie).
Si se descubre cualquier cosa que pueda hacernos sospechar que entrañe peligro, siempre con discreción y no hablar nunca del tema a no ser que ellos lo saquen y uno le siga la conversación como si no se supiera nada, la elegancia es la elegancia.
8º Inculcar el sentido de la responsabilidad en casa, donde trabajamos todos es imprescindible, si cumple obligaciones habrá paga o extras si no, no hay nada. No es negociable que adquieran, que deseen, sin que se cumpla la parte del contrato en obligaciones que les pertenece y ahí, los padres hemos de ser inflexibles, nada de lástima ni dejarse chantajear emocionalmente por estos enanos que se crecen y empiezan a pedir como si estuvieran dando y acaban creyéndose que han nacido para merecer.
9º Estar siempre cuando nos necesiten, llorar y reír con ellos desde que son pequeños dedicándoles todo nuestro tiempo sin hacerles sentir que nos cortapisan, aunque lo hagan (nos aguantamos).
10º Y, sobretodo, mucho Amor. Es lo que transmito a las madres y padres de mis alumnos-as cuando vienen desesperados a hablar conmigo.

viernes, 6 de agosto de 2010

CARTA A MI HIJO

CARTA A MI HIJO




… Hijo, no sé cómo empezar. Me falta experiencia. Tu madre ha sido quien se ha ocupado siempre de estas cosas. Ya sabes, las mujeres, sobre todo las madres, tienen para esto más tacto. Yo solía decirle que bastante tenía con bregar en el trabajo como para andar preocupándome por las pataletas de cualquier maestrilla melindrosa. Pero a mí esto de ahora me está superando y tengo cosas tan complejas que contarte que no encuentro la manera de hacerlo sin que cambie demasiado la opinión que puedas haberte forjado sobre mí….

Cuando regresamos del Centro en el que vas a vivir hasta tu mayoría d edad, me caí con todo el equipo, como suele decirse, y me encontré de repente en el extremo opuesto de lo que soy o de lo que creo ser: aislado del mundo, paralizado, incapaz de articular palabra, de atender las llamadas de teléfono, de sentarme a la mesa para comer, incluso de darme una ducha y afeitarme. Tu madre está rota, pero se afana para sacarme del estado tan lamentable en que me hallo. Esta mañana se acercó a mí; había tanto dolor en su rostro que sentí miedo. “No te me hundas, tú siempre has sido el más fuerte”- me dijo apoyando su cabeza sobre mi pecho, buscando no sé si consuelo o protección- Así permanecimos más de una hora. En ese espacio de tiempo logré vislumbrar la salida del oscuro túnel en el que nos hallamos los tres. Es como si la fragilidad de tu madre me hubiese brindado de pronto la fortaleza necesaria para afrontar las circunstancias y sobre todo para escapar de ellas.

A simple vista, aquí hay un único culpable, que eres tú por el delito que has cometido, pero he llegado a la conclusión de que el origen de tu comportamiento está en mi actitud equivocada a la hora de educarte. Hemos tenido que cometer errores muy grandes para llegar a esto, hijo. Y dicen que los errores, tarde o temprano, se pagan. Es necesario hacer borrón y cuenta nueva y empezar a conducirnos de manera diferente si queremos aspirar a otra vida. Tal vez sea tarde, pero hemos de intentarlo. Por eso es imprescindible que hablemos a corazón abierto tú y yo. Me toca a mí mover ficha…

Mira, yo siempre he creído que, aparte de los lazos naturales entre padre e hijo, nosotros somos dos colegas unidos por ese vínculo tan especial que se crea cuando compartes afición por el fútbol, por la caza, por la competición o las apuestas. Aparte de eso, siempre he tenido a orgullo el haberlo dado todo por ti, el haber sido capaz de conseguir mensualmente el dinero para que no te faltara de nada, el afrontar con decisión hipotecarnos de por vida para que puedas crecer en una vivienda con todas las comodidades. Desde que naciste me he esforzado en alejarte de cualquier tipo de penurias; con las que yo he pasado hay bastante. Pero, por raro que parezca, lo que ha pasado contigo me ha llevado a preguntarme si he sido y soy un buen padre… creo que no…

Para ser padre o madre se requiere un aprendizaje, como para todo en la vida. Desde que somos pequeños hasta que nos adentramos en la edad adulta vemos cómo a nuestra alrededor todos se esfuerzan por enseñarnos datos y materias, bastantes de las cuales no nos sirven luego para nada. Pero a mí no me enseñaron nunca algo tan útil en la vida como educar a un hijo. Esa carencia ha acarreado consecuencias dolorosas para mí, para tu madre y, sobre todo, para ti. Ojalá me equivoque, pero creo que si algún día tienes hijos, ellos también serán víctimas del deplorable legado que vamos transmitiendo de generación en generación.

El primer día que inicié mis estudios de primaria, con sólo seis años, ya sufrí los golpes del maestro. Yo estaba acostumbrado al trato amable de mis padres y a la condescendencia de mi maestra del parvulario. Aquellas primeras bofetadas me hicieron más daño moral que físico. Volvió a repetirse en días sucesivos, así que comencé a mirar al maestro como el ogro de los cuentos que leían mis hermanos mayores y la escuela era un lugar donde acudíamos más a sufrir que a aprender. Los castigos severos y los palos, propinados con una crueldad que aún hoy me pone la carne de gallina, provocaban en todos los alumnos un pánico incontrolable. Fuimos creciendo en una atmósfera de miedo y angustia y a medida que cumplíamos años, se iban endureciendo los métodos. Las tortas y tirones de orejas, dejaron paso a la temible palmeta, a la ridiculización, a las palabras hirientes, a los puñetazos, a los golpes contra la pizarra e incluso a las patadas. El miedo se convertía a menudo en pavor. Las lágrimas que derramábamos a diario dejaban pequeños regueros en el polvo de tiza que caía de la pizarra. Yo me convertí en un niño inseguro y asustadizo, siempre tenía miedo. Recuerdo que en casa solían preguntarme: ¿Y a ti qué te pasa? –Nada- respondía yo- haciendo algo improvisadamente para desviar la atención. Los domingos por la tarde un velo de tristeza se cernía sobre mí como la sombra de un nubarrón. Me abandonaba la natural predisposición infantil hacia el juego y, aislado, me sentaba a rumiar mis temores, sin capacidad ninguna para compartir la diversión general ni apurar las horas que quedaban. La mirada iracunda y la papada temblorosa de mi maestro cuando asestaba con fuerza descomunal sus palmetazos en mis manos componían un horizonte siniestro y aterrador. El jolgorio de la plaza acentuaba más si cabe mi soledad ante el peligro, creía ser el más débil y me sentía desgraciado a tan temprana edad. Este suplicio duró ocho años.

Un día, después de una buena zurra regresé a mi pupitre y con la cara escondida lloré amargamente. Pero el temor se acabó ahí; con trece años tenía edad suficiente para tantear otras formas de sentir y reaccionar: reconocí en un acto de sinceridad mi repulsa personal hacia el maestro, experimenté un odio feroz hacia los métodos de aquel tipo, y me aventuré a dejar fluir un sentimiento de ira incontenible contra no sabía muy bien quién o qué. Entonces pronuncié entre dientes una frase: cuando sea mayor y tenga un hijo, como yo pueda ningún maestro la va a hacer lo que este me hace a mí. Esta frase, puesta en boca de un niño de trece años, puede mover a risa a cualquiera, pero la determinación con que la dije me ha acompañado siempre. Y hoy me arrepiento de ello.

Renuncié a los estudios y comencé a trabajar en el taller. La vida ha cambiado bastante: algunos de mis amigos se han convertido en maestros y sé con certeza que distan mucho de parecerse a aquél hombre, sus métodos de enseñanza no son aquellos, ni siquiera se parecen. Yo, que tenía pesadillas con los cuadernos y libros, descubrí le lectura a través de tu madre, que me la inculcó con la dulzura propia de una mujer enamorada. Por amor leí a Bécquer, a Machado, a Delibes, a Cervantes, el Lazarillo… bueno tú conoces de sobra la biblioteca que tenemos en casa. Esto me ha llevado a pensar que sin aquellas torturas de infausto recuerdo, quizás me hubiera ilusionado con la escuela, con los estudios, incluso me podría haber decidido a estudiar para maestro. Pero lo que hemos vivido nadie tiene potestad para cambiarlo.

A veces me piden que haga un esfuerzo por entender en su contexto a aquel profesor, pero un niño maltratado no entiende de contextos. Si te digo la verdad no le guardo ningún rencor aunque nunca pude desprenderme de aquellas vivencias que me marcaron para siempre; lo sé porque cuando tu madre estaba embarazada de ti sentí que algo en mí se ponía en guardia. La frase pronunciada tantos años atrás resurgía con toda su fuerza y martilleaba mis sesos el primer día que te llevamos a la escuela. Analizaba cada comentario que tú hacías buscando palabras y actitudes reprobables en todos los maestros y maestras; así comenzó una larga sarta de enfrentamientos con ellos, día tras día, curso tras curso. Les pedía explicaciones de todo, a veces de muy malas formas, y siempre sacaba la cara por ti, ahora sé que equivocadamente, poniéndome de tu lado, justificando tus meteduras de pata y tu indisciplina que iba en aumento a medida que ibas creciendo. Hubo varios hechos graves que en lugar de hacerme reflexionar de manera objetiva acerca de tu conducta, no hicieron sino reforzar mi tozudez y dar vuelos a tu incorregible comportamiento. Creía que mi proceder era el más apropiado, el de un padre que se desvela por su hijo. Si hubiera sabido mirar el presente, jamás se me habría ocurrido condicionar tu futuro resucitando mi pasado.



Las cosas fueron a peor. Las expulsiones, cada vez más frecuentes, las reuniones del consejo de disciplina del colegio, tus notas desastrosas, tu apego a la “play”, al televisor, a internet, en definitiva, tu falta de motivación en la escuela, en casa, con los amigos, tu vida anárquica, ajena a todo deber, tu rechazo frontal hacia cualquier tarea que suponga esfuerzo o agobio para ti han desembocado en esto. Cuando me llamaron urgentemente al centro escolar y vi salir a la maestra- la que solía sacarme de quicio con sus reproches- en ambulancia supe de golpe que habíamos (los dos, tú y yo) llegado demasiado lejos y tomé consciencia de todos los errores cometidos a la hora de educarte. Yo sé que la palmeta que aquel maestro hacía restallar sobre mi mano, resuenan ahora en las tuyas y en las de tus posibles hijos; ella es la culpable de todo lo que ha pasado, pero también nosotros por no esforzarnos en cambiar las cosas que creemos perniciosas de forma inteligente y civilizada. Espero que el tiempo que estés ahí te ayude a reflexionar sobre lo que se puede y sobre lo que no se puede hacer en la vida, que te propongas un borrón y cuenta nueva; que aprendas a juzgarme como padre y educador, ahora que eres conocedor del origen de mis errores y de mi falta de visión y de voluntad para corregirlos. Sólo espero eso. Y que no sea demasiado tarde, hijo.



Antonio osuna Ropero

viernes, 23 de julio de 2010

BASURA POR DOQUIER

BASURA POR DOQUIER: GRAN HERMANO


"Tengo que confesar, como si de un gran pecado se tratara, que no veo "Gran Hermano" ni otros programas similares. ¿Las razones? Entre otras, que me lo ha prohibido el médico. Me lo prohíbe mi religión, me lo aconseja mi estómago y, sobre todo, me lo prohíbe mi cabeza. Ella es muy mirada para algunas cosas. Se ha dado cuenta que el día sólo tiene 24 horas y algunas de ellas debe pasarlas desconectada, lo que se suele llamar durmiendo. El resto debe repartirlas entre trabajo, familia y aficiones.

Veo la tele a ratos, como tanta gente. No puedo presumir de ver los documentales de la 2, ni los preciosos programas divulgativos, esos no me los prohíben pero no me llaman demasiado. Con esto quiero decir que estoy dentro de la absoluta normalidad en lo que se refiere a gustos televisivos.

No veo Gran Hermano, nunca lo he visto. Pero las casualidades persiguen a los díscolos telespectadores y el otro día cenábamos con jóvenes (ellos y ellas) en mi casa. Cuando yo me senté a la mesa miré la tele y ¡Sorpresa! Un grupo de personajes disfrazados de vampiros decían unas horrorosas palabras, palabrotas y palabrotorras a voz en grito en mi televisión, aderezadas con actitudes grotescas y gestos obscenos. muy obscenos.

No daba crédito. Miré el reloj y eran las 22'10 h. Mis alumnos estarían todos despiertos, algunos, incluso, cenando en familia y alguno más, haciendo zapping, quiero suponer, seguramente estaría viendo las mismas imágenes que yo. No daba crédito.
Ninguno de los comensales parecía inmutarse, es más, les hacía gracia. Ganas me dan de reproducir aquí las bestialidades que se decían en el programa en cuestión, en la impunidad más absoluta. Después las explicaban y se explicaban con mayor o menor, sobre todo menor, fortuna.


Mercedes Milá, ¿periodista? ¿de prestigio? Se lo pasaba en grande eligiendo las imágenes más escabrosas e insultantes, parece ser, según me explicaron, que eso vende.

¡Qué pena de profesión!

¿Qué hago yo intentando educar a los niños y jóvenes en valores absurdos? La TV está en guerra con maestros y profesores. Nos arruinan las formas, los modelos, el trabajo, el esfuerzo. Es un colador que no cuela, por el que todo pasa y todo vale.
La curiosidad me puede casi siempre y he dedicado algunas tardes y noches a ver los programas que nos ofrecen las distintas cadenas en horario, digamos juvenil: ¡Vomitivo! Enredos de cama, de pasillos, de ducha, de puertas para adentro y puertas para afuera. Conversaciones de baño de discotecas reproducidas fielmente por los protagonistas de turno. ¡Para qué seguir, si todo el mundo sabe de lo que hablo!.

No lo descubro ahora, claro que no, pero los 5 minutos de GH del otro día han sido como la mecha que ha encendido mi indignación.

- No te pongas así, lo ve todo el mundo.
- Lo sé.


Y sin embargo no es eso lo que más me preocupa. Me revuelvo ante la impunidad de las cadenas televisivas que pueden poner lo que quieran a la hora que les convenga. los daños colaterales nunca han importado y nunca importarán".



Autor: Marina

Blog: http://marinahm.blogspot.com/

domingo, 11 de julio de 2010

EGO TE ABSOLVO: POR TERESA ARROYO "BIPOLAR"

Ego te absolvo

(Para ver la  imagen de este texto clik aquí)

El penitente cayó de hinojos en la penumbra del reclinatorio con estrépito y pidió clemencia al Padre que distraía los ojos adormilados en la lectura de las Bienaventurazas a la luz hiriente del Confesionario.

-“Ave María Purísima”

-"Sin Pecado concebida".

-Bendígame padre, porque he pecado.

-¿Cuánto hace de tu última confesión, hijo?

-Ayer a estas horas padre.

-Te atormenta tu espíritu en exceso.

-No Padre, yo confieso que he deshonrado los preceptos Sexto y Noveno de la Ley de Dios. Incluso he atentado contra el Décimo.

-Todos luchamos contra nuestros propios demonios, hijo, porque al fin y al cabo estamos hechos de la misma pasta que el resto de los mortales. Ahí reside tu empresa como novicio y es tu obligación vencerla. Pues quien vence a la carne domina al Diablo.

-No puedo vencerla, Padre. Soy débil. Muy débil.

El penitente dijo estas últimas palabras con un hilo de voz.


-El Señor comprende tu naturaleza y se apiada de ella. Haz acto de contrición y reza un rosario completo para apaciguar tu alma.

-¡¡USTED NO LO COMPRENDE!!

-Respeta. No eleves la voz, recuerda dónde nos encontramos.

-¡Escúcheme Padre! ¡Por caridad!

-Habla hijo.

-Ayer, durante la escenificación de la Última Cena…

-¿Te refieres a la celebración de la Homilia de Jueves Santo?

-Sí Padre.

-Prosigue.

-Mientras usted lavaba los pies diminutos e inmaculados de los niños apóstoles representando la antesala del calvario de Nuestro Señor Jesucristo…

-¿Sí?

-…yo gozaba imaginando que era yo mismo y no Usted, Padre, quién ungía esos pies descalzos y ascendía con lascivia por cada cuerpecito menudo disfrutando con el roce de la piel de esos querubines de Rafael.

El Padre contuvo un silencio incómodo ante la revelación del novicio. El penitente carraspeó provocando la respuesta del Confesor.

-Tus pecados se reducen a pensamientos impuros y poco recomendables. Deberías recluirte en tu celda durante un día entero para reflexionar y orar.

-Todavía no he finalizado con la exposición de mi purgatorio.


El hábito se revolvió con desazón en el sillón rojo y el Padre asió el crucifijo entre sus manos conociendo del cáliz detestable que le iban a dar a beber, como tantas otras veces.

-Padre… ¿Sigue Usted ahí?

-Sí, hijo. Continúa si es tu deseo (el Padre habló sin ninguna sinceridad en su invitación)

- Angustiado y con el corazón en un puño por mi ansiedad, celebré el final de la Misa para ofrecerme en la Sacristía como asistente de cámara de todos ellos para despojarlos de la casulla de monaguillos. En el fragor de la revolución de los pequeños que revoloteaban gozosos y exaltados, desnudé al más pequeño que era tierno y lechal como el cordero de Dios y besé su rostro y toqué sus partes íntimas sintiendo un placer inmenso para estar en comunión con el Altísimo pues compartí su carne ofrecida en bandeja de plata.


El Padre tuvo que contener la náusea apaciguando los puños y la ira.

-Padre ¿Perdonará Dios mi gula?

-Hijo, quizás deberías replantearte tu fe y buscar otro tipo de ayuda.

-Mi fe es incólume Padre y ésta es mi vocación. Dios es generoso y en él hallaré misericordia.

El Padre se limitó a repetir el repertorio de absolución encomiando al pecador a una semana de reclusión, ayuno y penitencia.


Todavía tardó una hora más en abandonar el Confesionario al que había apagado la luz para denostar que estaba fuera de servicio. Necesitaba digerir a oscuras tanta abominación. Se levantó con cien años más en su alma. Se arrodillo en el pasillo de la Iglesia piadosamente y rezó un Padrenuestro. Miró directamente a los ojos de pino de Jesús crucificado comprendiendo su pena insondable y atrancó la Iglesia.


Nada más entrar en casa, lo recibió un aroma delicioso a guiso casero y un rostro afable de mujer. Se desabotonó la casaca negra que colgó en el perchero y quedó un varón en vaqueros y camisa a cuadros de nombre Manuel.

-¡Qué bien huele Sara, pero esta noche no tengo apetito!

-¿Secreto de confesión?

-Sí, Sara. ¡Qué bien me conoces!

Sara introdujo sus manos por la desembocadura de botones de la camisa de Manuel para acariciar con ternura su pecho mientras se apoderaba de sus labios. Manuel recolectó el ósculo de dulce néctar, impregnándose de su bondad para eliminar toda la carga negativa de las últimas dos horas. Abrazó estrechamente a Sara y lloró sobre su hombro amargamente.

-Manuel, mi amor, yo te reconfortaré para aliviar tu aflicción.

Entrelazados subieron las escaleras al dormitorio. Allí Manuel se comportaba como un hombre. Sólo era un hombre con el peso a sus espaldas de un dios.

Teresa Arroyo "Bipolar". Blog http://serpientenilo.blogspot.com/

viernes, 11 de junio de 2010

AÑORADOS REBELDES: POR JOSÉ LUIS GARTNER

AÑORADOS REBELDES


“Es casi un milagro que los métodos de la enseñanza moderna todavía no hayan estrangulado del todo la sagrada curiosidad de la investigación”
No lo digo yo, lo dijo hace ya unos cuantos años Albert Einstein. Y sin embargo, a la vista de los acontecimientos, y de la alarma que estos desencadenan, todo hace parecer que la cuestión de los métodos no ha cambiado en exceso. Lo que sí ha cambiado ha sido el concepto de educación que tiene nuestra moderna sociedad de la tecnología y la abundancia: tenemos la convicción de que el único responsable de la formación de una persona es el profesor. El resto de la ciudadanía se lava las manos y señala como único culpable a un sistema educativo incapaz de dar en el clavo.

Existe una máxima de origen africano que viene a decir algo así como, “al niño lo educa toda la tribu”. Pero al parecer, en el caso español, la tribu anda dispersa en otros menesteres. La tribu no está por la labor, y sin embargo se cree con pleno derecho a verter críticas contra esto y aquello, sin un mínimo de fundamentación empírica.

Frente a un alarmismo generalizador sobre las grandes carencias educativas, cargado de lugares comunes y fiscalizador de las nuevas generaciones, no me cabe más remedio que situarme del lado de los jóvenes. Alguien tenía que hacerlo. Debe ser por esa manía que tengo de llevar la contraria. Y lo haré porque, a pesar de haber sido privados del derecho fundamental (y elemental) a la educación, de haber sido despojados del valor intrínseco de la autodisciplina y de habérseles mostrado el estudio como una obligación y no como una oportunidad de penetrar en el universo del conocimiento y la inteligencia, una inmensa mayoría de los jóvenes sigue llenando facultades, bibliotecas, teatros y salas de conferencias.

Se acusa a los jóvenes en general de todos los males de nuestra sociedad, cuando son ellos precisamente los que más generosidad han demostrado a la hora de afrontar esos grandes problemas que los adultos les hemos dejado. En nuestra injusta memoria, ya no queda nada de aquella imagen de los voluntarios de toda España que limpiaron el alquitrán en las playas de Galicia sin exigir ninguna compensación económica. Tampoco recordaremos las largas acampadas de aquellos muchachos que exigían la inversión del 0,7 del P.I.B. en proyectos de desarrollo para países desfavorecidos por la dictadura del mercado. Creo yo que algún valor moral denota tan generosa acción. Los adultos tildaríamos de ingenuo al que trabaja sin exigir un sueldo a cambio de recoger chapapote.

Nada de esto significa que todo lo referente a la educación sea un camino de rosas.

Resulta evidente que una parte de nuestros menores acusa una peligrosa pérdida de valores, una preocupante ignorancia sobre el hecho de que toda acción debe tener sus consecuencias. Empiezan a menudear los casos en los que se pone de manifiesto que ciertos individuos carecen de la capacidad de empatizar, de colocarse en el lugar del otro.

Ahora bien ¿Acaso ese tipo de valores éticos pueden adquirirse por ciencia infusa? Y aún más, ¿es posible que toda la responsabilidad sobre ese tipo de carencias caiga siempre sobre el personal docente? Y lo que es más preocupante ¿se ha conseguido alguna vez en la historia transformar a un energúmeno en un ciudadano a base de medidas drásticas de tipo penal?

Personalmente, albergo cierta sospecha de que una sola persona tiene muy difícil lo de influir en los valores de un grupo de jóvenes. Pero, como sucedió con la pandemia de sida, sabemos que un problema estructural debe ser atacado desde varios puntos. No me estoy refiriendo a una buena coordinación entre padres y docentes, sino a la asunción de verdaderas responsabilidades por parte de toda una sociedad. No es de recibo que la labor de profesores y padres se vea tirada por los suelos gracias al poder destructivo que posee el medio televisivo. Los niños aprenden desde muy pequeños que la celebridad, la buena vida, el triunfo y el éxito económico, se pueden conseguir a base de indolencia, ordinariez, inmoralidad y ramplonería.

Ya que la pantalla les ha robado la capacidad de imaginar, al menos debería formar parte de un compromiso educativo a todos los niveles. Me niego a admitir que la televisión sea un simple medio de entretenimiento, ese postulado es de una simplonería que insulta a la inteligencia. La televisión e Internet son el reflejo de toda una sociedad; en ellas vemos nuestras pequeñas virtudes y nuestras múltiples carencias. Son medios de masas y como tales se prestan a la manipulación y la difusión de verdades a medias, pero también son una herramienta llena de posibilidades para influir positivamente en la conducta de los individuos. El problema radica en que a los poderes fácticos no les conviene tener frente a sí un pueblo inteligente, culto y dotado de criterio. Eso iría contra sus propios intereses. El poder prefiere disponer de una audiencia fácilmente manipulable, porque esa es la mejor manera de perpetuarse y evitar tropezones en el futuro.

Y sin embargo, todos los temores que atenazan a nuestra hipócrita sociedad con respecto a los jóvenes, apenas tienen importancia comparados con el peor de los peligros: la pérdida de la rebeldía. Las sociedades modernas siempre han avanzado porque en algún momento de su historia hubo individuos que supieron y tuvieron el valor de ir contracorriente. Una sociedad compuesta fundamentalmente de espíritus conformistas está condenada al más absoluto marasmo. Si una generación que tarde o temprano estará llamada a adquirir responsabilidades de índole político, ha nacido marcada por la falta de compromiso y el resignado pasotismo de sus predecesores, tendrá todas las papeletas para fracasar en todo aquello que afronte. Sin conciencias críticas, sin inconformismo moral y sin la añorada presencia de la Santa Rebeldía, nuestra soñada república quedará para siempre condenada al desengaño, convirtiéndose de nuevo en el objeto de chascarrillo para los pragmáticos.

Ir contracorriente puede tener sus inconvenientes, pero al menos es la única manera de verlas venir.

                                                                               Jóse Luís Gartner

lunes, 31 de mayo de 2010

PORTADA REVISTA EL ESPOLON Nº 6

Por problemas técnicos no nos es posible mostrar la imagen de la portada
del Espolón nº 6.

Haz click aqui, para ver

sábado, 22 de mayo de 2010

BIENVENIDOS AL 6º NÚMERO DE EL ESPOLÓN

Ocupado lector (lo de desocupado es más jodío), tienes en tus manos el presente número, el 6º, de este eterno proyecto (discúlpanos las carencias) de revista, en cuya confección nos hemos demorado más de lo que deseábamos: debes saber que sacarla a la luz, para nosotros, es algo extraordinario; lo gozamos como quien siempre es padre por primera vez, tal vez por la laboriosidad que para nosotros conlleva, siempre escatimándole unos minutillos a nuestros respectivos trabajos. Porque nosotros no tenemos despacho oficial ni propio; en nuestro medio natural, en nuestro habitat, uno fabrica (y degusta) queso, otro piensos (hola), otro recoge aceitunas y el rocío de la mañana y el más afortunado ordena la contabilidad a terceros. En el poco tiempo libre que nos queda, además de discutir con nuestras parejas, intentamos hacer funcionar nuestro (casi oxidado) intelecto.

Sirvan estas excusas para justificar la tardanza en sacar este Nº. Pero, como contrapartida (que no sean todo mermas), ampliamos el número de páginas de 16, que ha sido lo habitual hasta ahora, hasta 28. Yo creo que compensa ¿no, amigo-a?, y además por el mismo precio: 0 pesetas (¡qué majas eran!).

Hemos intentado que la periodicidad en publicar cada Nº fuera trimestral, pero ante nuestras particulares dificultades, en adelante le echaremos un “mesesillo” más: a ver si sacamos, al menos, tres al año. Ampliaremos los puntos de distribución al menos a las bibliotecas de los pueblos más cercanos a Priego, como son Almedinilla, Carcabuey, Cabra y Lucena. Además, para el siguiente Nº, incluiremos un listado con todos los lugares donde se podrá encontrar.

La mayoría de las colaboraciones que hoy incluimos versan sobre la Educación y nuestros jóvenes; sería este tema, pues, el hilo conductor, la temática predominante de la presente edición. “El Hombre no es otra cosa sino lo que la educación hace de él”, esta precisa, contundente y acertadísima frase está incluida en el libro del profesor Emilio Lledó “Ser quien eres (repensar le educación)”, y sírvanos como slogan y resumen, de cuanto al respecto, en el presente ejemplar queremos transmitir. “Educar es crear libertad, dar posibilidad, hacer pensar: para evitar que en la mente infantil y juvenil se levante un mundo de fantasmagorías que, más tarde e inevitablemente, coagulan en atontamiento y en su consecuencia inmediata, el fanatismo” (Lledó, libro citado).

AGRADECIMIENTOS: para este Nº disponemos de más colaboraciones que en otros anteriores. Es cierto que cada vez conocemos a más gente. Gente muy interesante, librepensadores; gente no alienada, ni “alineada” por filiación ideológica de cariz religioso o político; gente con cosas importantes que decir. De esta gente se nutre El Espolón: Isabel Huete, editora independiente; Teresa Arroyo, narradora, se lo juega todo en distancias cortas; Marina, maestra en Béjar -Salamanca-; Lisístrata, maestra y librepensadora a la máxima potencia; Paco Tamajón, especialista en diseño gráfico, de vestuario, escénico, urbano etc; José Luis Gartner, escritor granadino de afilada ironía con la que disecciona las graníticas obras del fariseísmo (tiene bastante faena por delante) y Adrian Toomes, aventajado observador del discurrir diario, al que analiza con su arma más sofisticada: el sentido común (sentido atrofiado masivamente hoy en día).


Antonio Aguilera

lunes, 5 de abril de 2010

CARTA DE ISABEL HUETE A RATZINGER



Sr. Ratzinger

Texto original de Isabel Huete publicado en su blog: http://isabelhuete.blogspot.com/

Soy una ciudadana que figura en sus archivos como católica por el simple hecho de haber sido bautizada sin que nadie le pidiera permiso y, aunque divorciada, sigue casada por su iglesia porque intentar deshacer el entuerto le supondría un coste que no puede pagar, para menor aumento de sus arcas. Por eso, porque me guste o no sigo siendo burocráticamente católica, me considero con el derecho de hacerle llegar mis “inquietudes” sobre la actuación de esta iglesia que su divina inteligencia preside con mano manchada de escándalos. Y también porque soy ciudadana de un país en el que su organización eclesial todavía pinta mucho y habla más de la cuenta entrometiéndose cuanto puede en las decisiones que toma el poder civil, creyéndose todavía un poder más del Estado como en su día, bajo palio, le permitieron ser. Y tengo que escucharles, me oponga o no, y padecer sus diatribas, sus juicios sobre lo humano (porque sobre lo divino tienen todo el derecho) y sus intromisiones en todo aquello que no se ajuste a sus creencias, las cuales intentan imponer contra viento y marea después de llenar sus bolsillos con las aportaciones económicas de este Estado al que tanto critican y que pagamos todos los españoles aunque no queramos, independientemente de las contribuciones voluntarias en la declaración del IRPF que, por supuesto, hace muchos años que yo destino a otros fines sociales más acordes con posiciones menos radicales.

Me parece estupendo que todos ustedes, los mandamases de su iglesia, protejan a los suyos hagan lo que hagan -¿qué madre de familia no lo haría por cualquiera de sus hijos?- y oculten sus vergüenzas ante las miradas aviesas y faltonas de una sociedad a la que ustedes tachan de vergonzosamente materialista y desalmada que está imbuyendo de inmoralidad, de instintos asesinos y de individualismo desaforado las conciencias de sus miembros y, por tanto, no tiene derecho a tirar la primera piedra sobre aquellos –ustedes- que sólo pretenden reeducarla y llevarla por el buen camino.

Yo, que salvo que apostate sigo siendo una de los suyos, siento cierta desazón ante las noticias que, día sí día no, aparecen en los medios de todo el mundo destapando las desvergüenzas de unos pobres seres humanos cuyo único pecado ha sido aprovecharse de la inocencia y miedo de unos niños a su cargo metiéndoles mano y otras cosas mayores en sus intimidades bajo la excusa de que eso les llevaría a alcanzar con mayor derecho el reino de los cielos o vaya Ud. a saber qué otros reinos menos lejanos; y todo por no saber dónde desaguar sus pasiones más inconfesables, con lo fácil que hubiese sido practicar el onanismo – o paja- en la soledad de sus celdas.

Sé lo difícil, si no imposible, que es conseguir que a mí y a tantos otros nos escuchen desde sus púlpitos y palacios episcopales quienes forman parte de una organización empresarial como la suya, disfrazada de espiritualidad y en absoluto democrática, donde se practica descaradamente el nepotismo, se asciende a dedo en el escalafón y se excluye a las mujeres en cualquier órgano de poder por ser las causantes de llevar a los hombres a la perdición, tal y como quedó demostrado en ese Paraíso al que estábamos todos destinados antes de que una maquiavélica y pervertida mente femenina acosara, tentara y convenciera a un desvalido varón a cometer el mayor de los pecados de la Historia, el cual heredamos todos sus descendientes y por eso estamos aquí, desterrados, sufriendo la ira de Dios de por vida.


Pero hete aquí que ahora resulta que la peor tentación que sufren sus asociados no proviene de la compañía de pérfidas mujeres de muslos redondeados y pechos seductores sino de la visión de los cuerpos de púberes niños –y menos que púberes- confiados por sus padres a sus instituciones religiosas para recibir una educación acorde con sus creencias y a resguardo de la impiedad y excesiva libertad que se practica en los centros seglares. Y claro, ¿quién se resiste a no abrazar y manosear a tan tiernas criaturas de piel fina, mirada cándida y educada docilidad? ¿Cómo no expresarles un paternal amor, el deseo de poseerlos, las ansias de compartir sus más escondidas intimidades? Ya ve que le comprendo perfectamente cuando grita usted a los cuatro vientos que “tenemos que aprender a ser intransigentes con el pecado, empezando por los nuestros, e indulgentes con las personas que los cometen”, pero, curiosamente, es ahí donde comienzan todas mis dudas porque, siendo usted el máximo representante de Dios en la tierra, el guía espiritual de todos sus seguidores o, metafóricamente hablando, el gran jefe de la manada, ¿cómo no condena al destierro de su reino a todos esos pecadores, pervertidos y pervertidores de niños, como hizo su súperjefe con toda la humanidad por un simple pecado de desobediencia?, ¿o como es posible que nieguen el pan y la sal de su fe, es decir la comunión, a esos políticos católicos que votaron a favor de la ley del aborto y a su ejército de curas abusones y pederastas sólo les trasladan de castillo en castillo en la oscuridad de la noche para que nadie se entere de sus tropelías, permitiéndoles no sólo que sigan impartiendo la comunión a sus nuevas víctimas sino que también la reciban ellos? Ya ve que mis dudas y temores son inmensos y han empezado a agravarse aún más desde que, como colofón, citó usted al Hijo de Dios al decir que hay que “aprender de Jesús y no juzgar y condenar al prójimo”. ¡Señor, qué terrible tortura estoy padeciendo por ser incapaz de practicar la misma benevolencia que usted!


Yo intuyo que si usted tuviera la valentía de aclarar mis dudas me diría que el aborto y la pederastia son comportamientos incomparables porque en el primero se mata y en el segundo no, y de hecho algunos de sus subordinados ya ha apuntado algo en ese sentido, pero no dejo de preguntarme cómo catalogar el daño psicológico infringido a los niños durante días, meses o años por parte de sus educadores con alzacuellos… Niños y jóvenes que piensan, que tienen sentimientos, conciencia, que callan por miedo o por imposición; esos niños, ahora hombres adultos, han sufrido el infierno en vida acompañados por los peores fantasmas, arrastrando la humillación y la violación de sus espíritus, de sus almas –da igual la denominación- como muertos vivientes. Pero están vivos, dirá usted, y se irá a rogar por su salvación ante el Altísimo.

Supongo que su Código Canónigo, ése que dicen ustedes que les obliga a ser muy cautos y garantistas porque protege al máximo los derechos y la intimidad de los acusados, no contemplará pena alguna para los encubridores, para los mentirosos y para los estafadores ¿porque qué otra cosa es sino una mentira y una estafa a sus confiados fieles la ocultación de delitos tan repugnantes? Y ya no digamos lo que tal permisividad y ocultación significa para la sociedad en general a la que se pasan el día intentándole afear cualquier acto, por nimio que sea, que no se ajuste a sus código moral, ése que ustedes han demostrado ser los primeros en vulnerar.

Me voy a atrever a decirle, Sr. Ratzinger, lo que yo creo que debería hacer para salir más o menos airoso de esta vergüenza aunque sepa que no es exclusiva de su papado pero, qué le vamos a hacer, le ha tocado:
expulse de su iglesia a todos los viciosos y pederastas y a quienes les han defendido
cese a toda la canalla de obispos y demás jerifaltes que han escondido bajo la alfombra el delito más vergonzoso y repugnante que un ser humano puede cometer presente querellas criminales ante los tribunales civiles contra los delincuentes sexuales que se esconden en sus conventos y ejerza la acusación particular en los procesos representando los intereses de las víctimas pida perdón públicamente y sin ambages a las víctimas y sus familiares, a todos los creyentes y fieles de su iglesia y a toda la humanidad, y prometa que perseguirá sin piedad en el futuro a todos los que cometan tales tropelías y después, si aún le queda algo de dignidad, ¡DIMITA!


A pesar de ustedes, sigue habiendo poesía.

viernes, 5 de febrero de 2010

DE ARMARIOS Y ATAUDES


DE ARMARIOS Y ATAUDES

Querido ser invisible:

He pasado por casualidad cerca de un armario y escuché cómo desde su interior se proferían insultos hacia mí, hacia mi ex, hacia mis amigos, hacia gente que conozco y personas que no conozco pero sé muy bien que quieren expresarse libremente. Quisiera que me entiendas para que al menos sepas a quién insultas, y por eso quiero puntualizar unas cuantas cuestiones.

Es estúpida la típica afirmación “Yo soy gay pero no voy gritándolo a los cuatro vientos”, como si nosotr@s lo hiciéramos. Yo no grito a los cuatro vientos que soy gay, simplemente vivo mi vida con naturalidad, tal como lo hacen las personas heterosexuales. Pero hay que ser muy tont@ para no darse cuenta que se puede expresar la propia orientación sexual e identidad de género sin gritarla. L@s heterosexuales no gritan a los cuatro vientos “Somos heterosexuales”; simplemente salen a la calle de la mano con la persona a la que aman, no lo piensan dos veces antes de darse un tierno beso o un cálido abrazo. ¿No es ésa la mejor forma de decir “Soy heterosexual”? ¿Es anormal? ¿Es gritarlo a los cuatro vientos? ¿No tenemos las personas no heterosexuales derecho a lo mismo? ¿”No lo grito a los cuatro vientos” es tu mejor forma de decir “estoy cómodo en mi armario; de día soy invisible y me apareo en lugares sórdidos bajo las cobijas de la noche”? Nunca he escuchado a alguien decir “no lo grito a los cuatro vientos” sin sentir en esas palabras una amarga y pesada carga de autocensura e hipocresía.

Es increíble a estas alturas también tener que soportar que se diga que los heterosexuales no celebran su Día del Orgullo ni andan desnudos por ahí. No, no celebran su día del Orgullo; simplemente porque nadie les cuestiona su forma de vivir, de amar, de sentir. Las mayorías en una sociedad nunca se sienten amenazadas. Si tu nunca has sufrido a causa de tu orientación sexual y/o identidad de género, te felicito. Pero debes saber que no en todos los casos es así. Y antes de juzgar tendrías que saber que los casos son también diversos: personas que sufren abusos a causa de su orientación sexual y/o identidad de género y otr@s que ven alterada su orientación sexual/identidad de género debido a abusos. Así que es difícil, como siempre, saber qué fue primero: el huevo o la gallina. Pero yo que tú cuestionaría menos y empatizaría más.

La homofobia no tiene ojos, luego no necesitas ser visible para convertirte en su víctima. El odio tiene un falso sexto sentido; ataca a quien presuntamente no es heterosexual. Un armario puede ser tan estrecho que no tenga lugar para nadie más; así el encierro te condena a la soledad, salvo cuando sales a saciar tu apetito por las noches. Yo que tú me cuidaría y me fijaría bien antes de ocultarme. En las tinieblas del miedo, puede ser que confundas un ataúd con un armario. Much@s han intentado esconderse en un armario y han terminado en un ataúd. E irónicamente, lo que callas en tu vida es lo que comentan las malas lenguas tras tu partida. Tu muerte es menos importante que el “legítimos derecho a la defensa” de un “pobre homófobo víctima del pánico gay”. Los inocentes son los culpables, dice Su Señoría. Puede que no haya armario ni ataúd inmune a los cuchillos, pero si pudieras reconocerte después de muert@, te darías cuenta que armarios y ataúdes son tan débiles que incluso pueden ser penetrado por simples palabras. Todo aquello que protegías como un tesoro -tu maldita discreción, tu armario, tus salidas nocturnas- ahora son solamente cinco minuto de conversación en una charla entre vecinos. Los armarios se disuelven, caducan automáticamente tras la muerte. Y no sé tú, pero yo soy una persona, no cinco minutos de conversación entre dos o más estúpid@s irrespetuos@s.

Y mientras tanto vives con miedo, y criticas a quienes viven con orgullo. Y mientras tanto, vives en la mayor comodidad, mientras otr@s se toman la molestia de defender tus derechos, nuestros derechos. Y
mientras tanto, te miras al espejo y ves un hombre o una mujer feliz. Y mientras tanto, en algún lugar hay una mujer o un hombre que no se ve al espejo, que necesita cambiar y que debe lidiar con los prejuicios de una sociedad hostil, incluso de su círculo más cercano. Porque los círculos a veces contienen, otras veces encierran.


Tal vez no sea yo quien deba pedirte que salgas del armario Pero puedo pedirte que saques de tu armario a esa empatía tan necesaria. que la hagas visible; que si no apruebas, al menos no condenes, que pienses, que reflexiones, que analices. No tod@s somos iguales; ni siquiera la propia orientación sexual o identidad de género se encuentra a salvo de las diferencias socioeconómicoculturales. En los sectores más altos de la sociedad los armarios son aterciopelados y acolchados, mientras que entre las personas de bajos recursos pueden ser tan delgados que les deje expuest@s a todo tipo de peligros.

Puedo pedirte si no es mucha molestia, que si no quieres marchar a nuestro lado, al menos te pongas en los zapatos de la gente que conozco y que me acompañan o me han acompañado en el camino; que te pongas en esos zapatos e intentes dar dos pasos sin ser insultado o humillado, que pienses que en esta marcha no estamos tod@s porque nuch@s se ha detenido abruptamente antes. Que pienses que conozco personas que han sido abusad@s sistemáticamente de niñ@ ante la indiferencia de su familia y que hoy tiene más pluma que un pavo real. Ahora la sociedad ya no es indiferente; ya expresa rechazo. ¿Dónde estaban ell@s antes? ¿No rechazan la pedofilia, la pederastia? También quisiera que te calces las zapatillas de esos ojos oscuros que estaban cansados de luchar cuando se cruzaron en mi camino; que ya llevaba un intento de suicidio a temprana edad a causa del sistemático rechazo por parte de sus compañeros de aula. Quiero que sepas que soy fuerte y que puedo luchar por mí y por los demás, pero a lo único que soy vulnerable es a esos ojitos oscuros cuando se hacen agua. Hoy en día él marcha a mi lado, y -mejor aún- ha sido por iniciativa propia, no por mi intervención. Eso alivia la pena que me da saber que tú no nos acompañarás. Quisiera que cuando te pongas en mis zapatos también cargues mi bandera; es sólo de tela con un simple mástil de madera, pero pesa tanto que much@s han caído bajo su peso. A veces es como una cruz, pero la cargamos con orgullo. Con mucho orgullo.

Es irónico que cuando eras pequeñ@ tuvieras miedo al monstruo que vive en el armario y que acecha por las noches y que hoy, ya crecid@, seas un okupa del armario y tengas miedo al monstruo que vive fuera de tu clóset. No te preocupes; nada ha cambiado desde que eras pequeñ@: el mosntruo sigue siendo imaginario y no hay nada que temer.

Querido ser invisible: no creo en seres imaginario, no creo en el monstruo del armario. Pero tú eres invisible, no imaginario; eso es distinto. Creo en tí. No te tengo miedo. Sé que no eres invisible sino que tan sólo te ocultas en las tinieblas. No te tengo miedo y espero que tú tampoco me temas. Toma mi mano y te ayudaré a salir, pero si no te atreves, siempre tendrás a alguien que te aconseje y te escuche. Me sentaré junto a tu armario, te traeré algo de beber y de comer, responderé preguntas y haré lo que sea para darte una mano. Tal vez algún día tengas el valor suficiente para salir y darme el abrazo más fuerte y duradero del mundo. Hasta que ese día llegue, e pido que no te molestes en insultarme. Mi orgullo es inmune a los insultos. Ojalá pudieras decir lo mismo de tu armario para que así no te vea sufriendo como te veo ahora. Vive y deja vivir. Pero insisto, ¡vive!, que ocultarse no es vivir. Porque, como dice una vieja y buena canción, eso es “permanecer y transcurrir”, no “honrar la vida”.

Colectivo de Gays, Lesbianas y Transexuales de Priego de Córdoba, dirección de correo electrónico:

gaylesb.priego@gmail.com

lunes, 25 de enero de 2010

Poesia: Antonio Osuna Ropero



ORÍGENES

El discurrir de tanto héroe bajo
los arcos, el perfume vicarial
de cada(todo) uso, la pesada intención
de tanta frase, el interminable mugido
de la vaca sagrada
nos hacen retornar, ahítos
e indigestos,
a los paisajes que acunaron
nuestras plantas, a la verdad rotunda
de la piedra, a la raíz preñada
de la greda, al incipiente temblor
de las corolas...

Esta máscara no es
una máscara.
La madera africana ha desvelado mi
verdadero rostro.

No es renuncia, sino hastío
del exceso.

Mi billete, sólo
de (vuelta) ida.



POETA

Se miró largamente
en el espejo.
Vió, al fin, su esqueleto
transparente y poderoso.
Con la seguridad
del náufrago
abandonó maletas
en el andén solitario.

Miró hacia atrás,
volvió sobre sus pasos
y quiso recuperar el violín.

El tren partía inexorable.
En el vagón de insolventes
ahuyentó sus arañas.
Se abrió las venas
y repuso los tinteros.

Sus ávidos sentidos
digerían lo inédito.
Gimió envuelto en placentas.
Cierta gente le vio coronado.

Campos y ciudades
se abrían al paso de aquel tren,
como un Mar Rojo
bajo la estrella del alba.


Antonio Osuna Ropero

IMAGEN DE OSCAR MUÑOZ


lunes, 18 de enero de 2010

LA REVOLUCIÓN PACÍFICA


From EL ESPOLÓN

En algún lugar leí que la lengua española poseía bastantes sustantivos que no expresaban realidades sino aspiraciones a ciertas realidades. Me refiero a términos como “felicidad”, “sabiduría” o “justicia”.

Muy a menudo me he preguntado si la palabra “paz” pertenece o no a este género de vocablos. O, dicho de otra manera: después de examinar la historia de la Humanidad siglo tras siglo, una historia de guerras sobre guerras y cada una de ellas más terrible que las anteriores, me pregunto si el concepto de paz no será en sí mismo una ilusión imposible, una quimera o, a lo sumo, el espacio de tiempo entre dos guerras.

En el prólogo de la “Celestina”, Fernando de Rojas, citando a Heráclito y, sobre todo a Petrarca, nos explica que “todas las cosas deben ser criadas a manera de contienda o batalla” y que los astros, los animales y los seres humanos se hallan siempre en constante guerra.

Cierto que la naturaleza nos enseña como cada animal lucha por la supervivencia suya y la de sus cachorros y a menudo mata para procurar su manutención. Cierto que cada especie posee sus propias armas y estrategias de ataque o defensivas, pero en el reino animal, a diferencia de lo que ocurre con los seres humanos, no existe la codicia ni la ambición. Ni siquiera entre las industriosas hormigas, que durante el tiempo bueno almacenan pacientemente para el largo invierno, existe esa oscura pasión de poseer más de lo preciso, pues entre ellas reina la concordia y el bien de cada una es el bien de la comunidad.

El humanista Luis Vives afirmaba tajantemente que  “todo aquel que tiene más de lo que necesita es un ladrón”. El problema radica en que los hombres nos estamos creando nuevas necesidades de forma constante. Mis viajes a naciones del tercer mundo me han enseñado que se puede vivir con muy poco, casi con nada, y no por ello se es menos dichoso. Diría más: esas personas, siempre con la sonrisa en los labios,  esos seres humanos que cuentan sólo con lo imprescindible, se encuentran más cerca de la felicidad que nosotros, los epulones, los hartos en el festín de este mundo. Y por supuesto: nuestra hartura se sustenta de sus privaciones y de su explotación. La historia de la Humanidad es la historia del abuso de unos hombres sobre otros y el brutal neocolonialismo que hoy padecemos constituye sólo el último horror, el postrer eslabón en esa cadena gigantesca de iniquidades y desmanes.

Cuando yo contaba sólo ocho o diez años, este país era mucho más pobre, pero la solidaridad entre los españoles de entonces haría avergonzarse a los de ahora. La abundancia corrompe nuestros ánimos y nos hace creernos con derecho a todo, incluso a pisotear a los demás. Y los deseos humanos, como el tonel de las Danaidas, no tienen fondo.

En la conquista española de América no faltan otros ejemplos de crueldad extrema. como aquellas atrocidades que López de Gomara nos cuenta de Vasco Núñez de Balboa y sus perros alanos que despedazaban a los indios antes de quemarlos, en especial a los que practicaban la sodomía. Curiosamente, el historiador nos ha dejado incluso el nombre de dos de aquellos feroces canes que se ganaban su paga como si fuesen soldados: Becerrillo y Leoncillo.
Y más cerca en el tiempo recordamos la matanza de españoles por las huestes de Abdel krim en Monte Arruit donde sus cadáveres fueron hallados con sus propios órganos genitales en las bocas o las de los judíos a manos de los nazis, o las de los palestinos a manos del ejercito israelí. Como podemos comprobar, las torturas de Abu Graib o las de Guantánamo son sólo algunos de los últimos capítulos de la iniquidad humana. ¿Es connatural en el hombre la crueldad? Yo creo que sí; la escena antes referida de los niños quemando el escorpión viene a decírnoslo. Pero la grandeza de ser hombre o mujer radica precisamente en derrotar algunos de los instintos negativos que anidan en nuestro interior.  Para ser uno mismo hace falta ser vencedor de uno mismo. Pero así en lo privado como en lo público existen muchísimos caminos fáciles que nos guían hacia la violencia.

Durante el largo periodo que padecí obligatoriamente en la Academia  militar de Segovia, cada mañana me detenía ante una máxima latina que en broncíneas letras destacaba sobre un muro: SI VIS PACEM PARA BELLUM”.  “Si deseas la paz, prepara la guerra”; ésta ha sido la idea que ha dominado a la Humanidad siglo tras siglo: la paz sólo será posible si se nos teme. Cuanto mayor sea nuestro arsenal, más seguros estaremos.

Los políticos de todos los tiempos se han llenado la boca con palabras grandilocuentes, pero su único fin consiste en mantenerse como capataces de esta gran plantación llena de esclavos que es y ha sido siempre el mundo.

La misma palabra “democracia”, que siempre está en la boca de cualquier político actual, supone una gran mentira. Este verano viajé a la India donde millones de persones sobreviven o sobremueren entre montañas de basura y charcas de negra inmundicia. Hoy acá y mañana allá, aquellos son sus territorios. Allí nacen, comen, se reproducen, defecan, sueñan y mueren. Sin posibilidades de educación ni de asistencia médica, la mayor parte de ellos no llegan a cumplir los ocho años. ¿Quién ha censado a todos estos hijos de la miseria? ¿Quiénes de los que alcanzan la mayoría de edad acuden a votar? ¿Cómo sabe el gobierno democrático de la India quiénes nacen y quiénes mueren si muchos de ellos no cuentan ni siquiera con una chabola? Yo los he visto tiritando de hambre, moribundos, sin otro anhelo ya que el de pasar a otra reencarnación, y he visto a los jeques y a los multimillonarios en los jardines del Taj Majal Palace. Y sé que ésta es una de las naciones de economía emergente hasta el punto de ser ella la que compró la mitad del oro del banco de España sólo un mes antes de que estallase la crisis que hoy asuela el planeta. Sin embargo, el gasto social del gobierno indio no se ve por parte alguna.

Pero vengamos a la civilizada Europa o a los Estados Unidos de Norteamérica. Nuestras perfectas democracias también me parecen de cartón piedra. Los partidos políticos de izquierdas y derechas son los brazos de un mismo cuerpo, el gran capital, y que ganen las unas o las otras no depende apenas de lo que el país quiera o necesite sino del dinero invertido en la campaña: quien más tiene, puede engañar más y mejor.

Los medios de comunicación y su extraordinario desarrollo en el siglo XX y en lo que llevamos del XXI han representado un arma potentísima utilizada por los políticos para sus fines. Resulta patético descubrir la lucha por el control de esos medios de comunicación y ver como intentan hacernos populares y simpáticos a esos personajes  cuyas miras no tienen más límites que los de su ambición. Es curioso observarlos sonrientes y seguros de sí mismos en los foros económicos internacionales, siempre en connivencia con los banqueros. Allá se reparte la miseria o la prosperidad de los reinos de este mundo mientras en las calles, los policías, nuevos pretorianos, golpean y matan a veces a algunos jóvenes que gritan contra la globalización y contra algunos de sus horrores como el de usar para combustible las semillas que aliviaban parte de la hambruna de los países pobres.

Nos aseguran que éste es el mejor régimen posible. Por supuesto, yo lo prefiero a todas las dictaduras, pero, ¿no nos encontramos ante otro modo más sutil de dictadura? ¿Por qué cerrarnos a la idea de que no es posible otro sistema? Porque no intentar inventarlo o construirlo? Miremos más allá de la ideología de nuestra propia época. Un nuevo orden mundial puede estar en puertas.

Hasta este momento he hablado del horror, de la codicia de los poderosos, del germen de crueldad que existe en el interior de las personas y que es necesario vencer, de la monstruosidad del capitalismo desmedido y la globalización…, pero ahora descubriré de todo ello una nueva perspectiva.

En los días previos a la segunda guerra mundial, Leonard Woolf, con verdadera lucidez, declaraba que “la amenaza esencial de la civilización no residía tanto en la atrocidad de los bárbaros como en la desunión entre la gente civilizada”. Hoy esa desunión está desapareciendo.

Hace unos meses, cuando Barack Obama fue proclamado presidente de los Estados Unidos, millones y millones de personas lo celebraron llenos de esperanza en un mundo mejor. Ahí estaba de nuevo esa multitud dispuesta a apostar por la solidaridad, por la tolerancia y por la paz. Pero, desafortunadamente, en esta ocasión todos se equivocaban. Los políticos, con independencia de que representen a las derechas o a las izquierdas, nunca pueden ser la solución. Y no pueden serlo sencillamente porque están hipotecados con quienes financiaron su campaña electoral, o sea con el capitalismo feroz. El presidente Obama puede ir de acá hacia allá lleno de hermosas palabras y gestos de buena voluntad, pero no va a arreglar nada. Respecto a la problemática de Oriente Medio, por ejemplo, no podrá detener los asentamientos judíos en Cisjordania ni muchísimo menos conseguirá la creación de los dos estados. No podrá hacerlo porque a Israel (al menos al ochenta por ciento de los israelitas con derecho a voto) no le interesa. Y, claro está, Israel cuenta con el apoyo absoluto de los mandatarios mundiales del sistema capitalista: esos anónimos personajes que constituyen el consejo ejecutivo del Fondo Monetario Internacional.

¡No! Un político nunca puede ser la solución, puesto que se trata sólo de un capataz de los verdaderos amos.

Quienes únicamente pueden imponer un orden mundial nuevo basado en los ideales de la revolución francesa (igualdad, libertad y fraternidad) son los individuos o más concretamente la suma de los individuos. Ya Marx pedía a los proletarios de todas las naciones que se uniesen, pero de la caída de los regímenes comunistas tenemos que aprender ahora la lección. No sólo es necesario unirse sino también impedir todo sometimiento dictatorial e impedirlo sin usar la violencia. Hablo de una revolución pacífica. Gandhi nos enseñó el camino: la resistencia pasiva. ¡Cuántos abusos pueden corregirse, por ejemplo, boicoteando el uso de ciertos productos! ¡Qué maravilla disponer de internet para poner de acuerdo a las multitudes!.

Una paz impuesta por las armas no tiene futuro. ¿Cuánto duró, en realidad, la paz augustea? ¿Cuántas generaciones serán necesarias en Gaza o en los Balcanes o en Irak para que se apague el odio?

Yo soy optimista porque compruebo que día a día crece el número de los comprometidos con esa revolución pacífica, aumentan las oenegés y cada vez al gran capital le resultan más difíciles sus manipulaciones y ocultamientos porque continuamente aparecen voces nuevas que denuncian y nuevos valientes que ante los foros económicos mundiales se dejan arrastrar por los nuevos pretorianos.

Es necesario poseer espíritu crítico y enseñar a los demás a tenerlo y cada cual puede hacer mucho desde su puesto en la sociedad. El que es profesor, lo hará con sus alumnos; el que es obrero, con sus compañeros de trabajo; el periodista, siendo fiel a la verdad… Espíritu crítico y solidaridad: he ahí los pilares sobre los que debe asentarse la revolución pacífica, una revolución que ya cuenta con magníficos precursores como Noam Chomsky o Ernesto Sábato, una revolución que ya está en marcha y que nadie podrá detener.

Fernando de Villena.

Fernando de Villena nació en Granada el 8 de Noviembre de 1956. Es miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada.

Es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Ha publicado más de doce libros de narrativa, entre los que destaca la novela “El hombre que delató a Lorca”; varios libros de crítica literaria y poemarios. Cada uno de sus libros es una aventura distinta, unidos por el culto a la palabra, el amor al pasado, el gusto por las imágenes nuevas y por el color, la emoción por la naturaleza y, sobre todo, por la búsqueda de lo bello y lo misterioso.

Ha recibido numerosos premios, como el Ibn Gabirol convocado por el Centro de la Generación del 27. En 2009 ha obtenido el XV Premio Andaluz de la Crítica Literaria concedido por la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios, por la obra “El testigo de los tiempos”.

viernes, 15 de enero de 2010

SALUDO --- REVISTA Nº 5 ESPOLÓN




UN AÑO ESPOLONEANDO
“El Espolón” acaba de cumplir un año. ¿Merece ser celebrada tan corta andadura? Claro que sí. Motivos no faltan. La primera vez siempre es especial. En todo. Miren, si no, cómo los padres primerizos suelen tirar la casa por la ventana en el primer “cumple” de sus primogénitos. Aunque el neonato se pase la fiesta durmiendo como un bendito. Luego vienen más cumples, más hijos, los cumples de los amiguitos, etc. y ya los aniversarios se transforman en una rutina más de nuestras vidas. Desde luego, nosotros no estamos todavía en esas. Acabamos de nacer y tenemos un camino por delante.

Un año ¿es mucho o poco? Depende. En la vida de una persona quizás no sea mucho; en la de un fanzine, que es la verdadera naturaleza de “El Espolón”, parece suficiente tiempo como para ser festejado. La edición de fanzines es una actividad que no suele perseguir intereses económicos, siendo por regla general gratuitos o con un coste mínimo para pagar gastos de producción. Al depender del tiempo libre y el esfuerzo desinteresado de sus creadores no suelen durar mucho, ya que no reciben compensación monetaria. Pero nosotros, aunque no dispongamos de mucho tiempo libre, sí que nos queda un poco de romanticismo para embarcarnos en esta aventura, para “pasar” de ganancias, para pagar los costes de nuestro propio bolsillo… Y también nos queda mecha suficiente, al menos para algún número más, aparte del que tiene en sus manos. ¿Por qué? Porque editar “El Espolón” cuenta con una ventaja indiscutible: publicar de forma libre y directa, sin ataduras ni intereses para con terceros (entiéndase partidos políticos, religiones, empresas, editoriales, etc)

Esta revistilla “probe”, gratuita, hecha con los medios más baratos y rudimentarios, puede ser tachada de cualquier cosa, incluso de cutre; pero tiene una virtud: la de proponer, como aquellos fanzines de los años 70, una interpretación original de las cosas que poco tiene que ver con la visión de los medios de comunicación tradicionales. No estamos sujetos a modas, corrientes, estilos, líneas de pensamiento, etc. “El Espolón” es un territorio para la heterodoxia, en el que tienen cabida mucha gente y muchas corrientes. (Esto es una invitación para ti, si aceptas implicarte). Además, en un tiempo en que todas las ventanas se abren casi obligatoriamente en internet, “El Espolón” mantiene, continuando con el paralelismo de los históricos fanzines, el formato de papel y la distribución en mano. Todo un reto. Esto no quiere decir que rechacemos las nuevas tecnologías, que nosotros asumimos e incorporamos a nuestra actividad con el fin de llegar a más gente, a otros lugares a los hace una década ni soñábamos con la posibilidad de hacer llegar nuestra humilde voz. Visiten, si no, espoloneando.blogspot.com.

Hemos festejado nuestro aniversario en una plaza llena de gente, con la lectura del “Manifiesto por la Solidaridad”, con presencias y ausencias significativas, con actuaciones musicales, en fin, a lo grande. En la celebración de un primer cumpleaños hay una sola vela y todo es tarta. Con el tiempo suele pasar lo contrario, que haya que poner muchas velas en una tarta escuálida y birriosa. Un signo de decadencia, el anticipo de un final ya presentido. Pero a nosotros nos queda mucho para llegar a eso.


“El Espolón” goza de buena salud. Bien se merece un brindis.
Antonio Osuna Ropero