lunes, 10 de agosto de 2009

DE LA NADA A LA NADA



DE LA NADA A LA NADA
(monólogo para una cabeza incómoda)
Débil luz. Escenario vacío con cámara negra al fondo. Voz:
En el principio era la nada.
Una cabeza, sólo una cabeza de hombre o mujer, da exactamente igual, iluminada por una luz tenue desde el suelo, aparece por una ranura de la cámara negra. La cabeza, que como su propio nombre indica, no tiene cuerpo, se dedica a pensar, que es mala cosa cuando se lleva a extremos.
CABEZA: En el principio era la nada, ya lo he dicho antes, pero ¿cómo se pinta la nada? ¿de color blanco o de color negro? Digamos que ni el blanco ni el negro son colores, y eso no hace más que complicarme lo de imaginar la nada. Y lo que es más, la nada no puede ser, así que lo correcto sería afirmar: en el principio no era nada.
A lo que íbamos: En medio de aquella nada, va dios y crea el todo. El todo desde la nada. Pero si no había nada ¿dónde estaba dios que lo es todo? ¿en qué parte de la nada estaba situado el origen de todo? ¿En el verbo? Digamos que sí, que dios habitaba en la palabra, pero si no había nada como ya tengo dicho, tampoco había palabras, ni tiempo, ni pensamiento. Y si no había tiempo, tampoco habría un principio, y no hablemos de un fin. Cuando hablo de un fin, me refiero a un motivo para crearlo todo, desde la nada. O quizá, puede, tal vez, probablemente el todo se deba al aburrimiento divino, a las ganas de caos para distraer el tedio. El caso es que, en aquella nada infinita, sin principio ni fin, estaba nada más y nada menos que dios. No se sabe en qué parte, por eso siempre se habla de misterios en todo lo trascendente, pero si estaba en alguna parte la nada ya no era nada: era nada excepto dios. Y dios creó el universo que era el todo, pero lo creó de la nada. Menuda capacidad. Debió costarle su buen trabajo crear el todo de la nada, pero aún así lo hizo... y en seis días, que no está mal. Ahora se emprende la construcción de una línea de metro y se tarda un promedio de siete años de socavones, polvo, sudor, hierro, y ruido de maquinaria pesada. Por no hablar del Escorial. Habría que cambiar al ministerio de fomento por dios, y tal vez así nos luciría un poco más el pelo.
Y como no tenía bastante con aquella obra maestra, porque el universo le supo a poco y era un inconformista, dios creó al hombre a su imagen y semejanza, pero resulta que la imagen de dios ha quedado algo distorsionada por culpa de lo variopinto que es el hombre. Pues hubo hombres buenos y obedientes como Abraham, que estuvo a unas décimas de segundo de apuñalar a su hijo porque el buen dios quiso ponerlo a prueba. No debía fiarse de él, tan bueno y obediente como era. También los había desobedientes, como Adán y Eva, que en su afán de caer en la tentación, descubrieron que lo prohibido suele ser lo más divertido, y que la razón fundamental de prohibir es demostrar que hay autoridad porque detrás de cada prohibición hay una sanción para el infractor, y que cuando se prohíbe algo está claro que siempre habrá quien se cuestione si no será que la acción de prohibir es capricho del que manda, que hay alguien más arriba que piensa que yo sí, pero tú no.
También hubo hombres malos y traidores como Judas que fue creado para traicionar al mismo dios en persona, o como Platón, que traicionó a Sócrates. También dios fue traicionado por san Pablo, que dijo Diego donde dios había dicho digo y le dio la vuelta a todas las buenas intenciones de dios. Eso de traicionar se puso tan de moda que Cesar traicionó a la república, pero luego Bruto traicionó a Cesar en nombre de la república, aunque la república traicionara a Bruto porque a la república le iba el oro que Cesar tomaba prestado desde las Galias. Y así hasta que llegó un tal Darwin que era un buen creyente, creía más en dios que en su propio padre, pero también resulta que el tal Darwin hijo, pensaba tan deprisa, tan deprisa que iba lanzado con el pensamiento, y en una curva del pensamiento muy cerrada y con escasa visibilidad, ¡zas!, atropelló a dios sin querer. A los insensatos como Darwin les deberían retirar el permiso de pensar, porque van como locos y luego pasa lo que pasa. Hablando de locos, luego vino un tal Nietszche y certificó que dios había muerto en el accidente, aunque las causas del atropello fueran sobreseídas.
Es que no se os puede dejar tan cerca del árbol de la ciencia, porque os vence la curiosidad y luego pasa lo que pasa.
Menos mal que todavía quedan pastores de almas, que son como los pastores de ganado ovino, pero que se dedican a proporcionar el pasto a las almas y que las llevan al buen redil, no sea que se escapen detrás de Nietzche o de Darwin, que son como el lobo que se come el alma de las ovejas. Los pastores de almas dicen que nunca se encontró el cadáver de dios y que, si no hay cadáver, no hay muerto, de lo cual se infiere que dios sigue vivo y que dicta encíclicas y pastorales directamente a los pastores, válgame la redundancia, donde se especifica lo que es bueno y lo que es malo. Es bueno ser obediente, como ya dije, y creer ciegamente en lo que digan los pastores. Lo malo es pretender ser libre y pensar. Ser inteligente es diabólico.
Y de fornicar ni hablamos.
Pero como el universo está en continua expansión desde aquello del big-bang, hay quien se escapa del redil por algún recoveco del pensamiento y no hace caso de los pastores de almas. A esas ovejas escapadas del redil, se les suele llamar sabios o lúcidos, pero los pastores prefieren llamarles herejes, y lo que dicen los pastores va a misa. Si es que el ganado está lleno de ovejas negras, y en el cesto hay cada día más manzanas podridas. Menos mal que los pastores tienen experiencia con estos discordantes y han sabido usar la pira para exterminar herejías, herejes, libros, brujas, posesos y fornicarios. Pero después de quinientos años depurando el ganado, no han conseguido detener el influjo del maligno, y pese a todo, se siguen escribiendo libros de herejías.
Y de fornicar… ni hablamos.
Cuando yo digo que el diablo no descansa ni de noche. Por cierto ¿cuándo fue que dios creó al ángel caído? ¿Antes o después de la nada? Debió ser antes del todo porque se dice que fue el demonio el que convenció a Eva para que corrompiera a Adán. ¿Y quién fue el que inventó el infierno, dios o el diablo? ¿O fue producto de un pacto entre ambos? Porque una idea tan perversa no puede surgir así como así, de una sola mente. Sea como fuere, al diablo se le culpa de convencer a Eva para lo del fruto prohibido, de tentar al hijo de dios, y de provocar que Sócrates fuera por ahí dando la brasa con las preguntas e incomodando al prójimo.
Lo del diablo no tiene nombre… ni apellidos. Y si los tiene, seguro que son ateos, o republicanos. Lo digo por aquello de que los reyes y los tiranos lo son por la gracia de dios, que menudo sentido del humor que tiene.

Y todo esto a qué viene. Pues viene a que anoche estaba yo rumiando estos y otros pensamientos sobre lo divino y lo humano cuando sentí un fuerte retortijón en el bajo vientre y pensé que se trataba de una flatulencia, pero resulta que no, que no eran gases y que me cagué en los pantalones.
Eso me pasa por pensar contra dios.
Pero el caso es que todavía sigo sin saber si aquella nada del principio era blanca o era negra.
O tal vez era nada.

La cabeza vuelve a meterse tras la cámara negra.

Ahora sí que no hay nada.... o tal vez sí.

La cabeza vuelve a asomarse por el mismo sitio y sonríe.

Buenas noches, nos dé dios.




José Luis Gartner Martos

10 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

Muy bueno.

al principio, me hizo acordar a Descartes.

Saludos

María José dijo...

Cuando yo me pongo a filosfar me dicen que pienso demasiado.

Pero yo, como oveja descarriada, oveja negra, o llamada rebelde que no hereje, continúo con mis pensamientos sin hacer ni caso. Porque me preocupa todo y todo me importa nada.

Un saludo.

Martine dijo...

Ayer precisamente estaba tomando café en mi bar predilecto y entraron.... Platón y un ornitorrinco... me dió que pensar..
Un abrazo! ;-)

Anónimo dijo...

las preguntas que siempre nos hemos hecho presentadas en un envoltorio muy original. Con demasiada frecuencia somos cuerpos sin cabeza, pero si prescindimos del cuerpo nos pasamos al otro extremo y no dejamos de comernos lo único que tenemos, o sea el tarro. Vicky

Antonio Aguilera dijo...

JOSE LUIS: Es posible que en el fururo sólo nos quede cabeza: ella es la inventora de todo.
El resto del cuerpo es un bulto.
Mientras tanto hemos de alimentarlo, para que no nos pase como le versificaron a Rocinate: "Metafísico estáis"..."es que no como".

SELMA: Platón y un ornitorrinco tomaron café contigo??.
Ciertamente son buena compañía, ya departiremos sobre ello.

Kety dijo...

¿Si lo dejamos en gris? Siempre el término medio está bien.

Pues si, Antonio, de la nada venimos, y a la nada volvemos.

Un abrazo

GART dijo...

Seamos coherentes, estimado Antonio, pues lo de andar, lo que se dice andar, solo con la cabeza, se me antoja un poco difícil. Suscribo esa confesión de W. Allen, "mi cerebro es mi segundo órgano favorito". Aunque ciertamente hay zonas que adolecen de ciertas contradicciones, como si hubieran sido diseñadas por ingenieros del MINISTERIO DE FOMENTO, ya que ¿a quien se le ocurre situar las zonas de recreo junto a los desagües? De todas maneras, eso de tener cabeza -y usarla- será un día de estos un acto proscrito. Ah, y sé de buena fuente que Platón no toma café con ornitorrincos, y no porque tenga algo contra los ornitorrincos, sino porque el café le pone nervioso, y teme acabar confesando que "La República" es un ensayo repugnantemente totalitario.

Antonio Aguilera dijo...

GAUCHO:
Gracias amigo. Voy hacia la pampa

MARÌA JOSÈ:
Debes disculparme, pensando en el autor del texto llamado Josè Luis Gartner....te llamè a tì con su nombre.

VICKI:
Creo que los humanos no deberìamos orgullosos de nuestra cabeza: la usamos para destruir, mayormente, el mundo. Gracias por venir

KETY:
Tù lo has dicho: lo bueno es el tèrmino medio. Los extremos se tocan.

JOSÈ:
Muy interesantes tus explicaciones.
Asumo el dicho del Sr. Allen. Y tampoco entiendo por què nos fabrican las zonas de ocio al lado de los desagues. Muy bueno.
Por cierto, ¿nos conocemos?. Veo que no tienes blog. Saludos

GART dijo...

Pues no, no nos conocemos personalmente, sino a través de otro Antonio, el maestro Ropero. Por si queréis, ahí va mi correo: elmundosegungart@gmail.es. Seguramente podréis encontrar alguna cosa mía en el google escribiendo mi nombre o mi última novela "La vida no vale nada". Un abrazo y feliz otoño.

GART dijo...

Se me olvidó decir que soy el autor de la quisicosa esa de la cabeza malpensante.