Querido ser invisible:
He pasado por casualidad cerca de un armario y escuché cómo desde su interior se proferían insultos hacia mí, hacia mi ex, hacia mis amigos, hacia gente que conozco y personas que no conozco pero sé muy bien que quieren expresarse libremente. Quisiera que me entiendas para que al menos sepas a quién insultas, y por eso quiero puntualizar unas cuantas cuestiones.
Es estúpida la típica afirmación “Yo soy gay pero no voy gritándolo a los cuatro vientos”, como si nosotr@s lo hiciéramos. Yo no grito a los cuatro vientos que soy gay, simplemente vivo mi vida con naturalidad, tal como lo hacen las personas heterosexuales. Pero hay que ser muy tont@ para no darse cuenta que se puede expresar la propia orientación sexual e identidad de género sin gritarla. L@s heterosexuales no gritan a los cuatro vientos “Somos heterosexuales”; simplemente salen a la calle de la mano con la persona a la que aman, no lo piensan dos veces antes de darse un tierno beso o un cálido abrazo. ¿No es ésa la mejor forma de decir “Soy heterosexual”? ¿Es anormal? ¿Es gritarlo a los cuatro vientos? ¿No tenemos las personas no heterosexuales derecho a lo mismo? ¿”No lo grito a los cuatro vientos” es tu mejor forma de decir “estoy cómodo en mi armario; de día soy invisible y me apareo en lugares sórdidos bajo las cobijas de la noche”? Nunca he escuchado a alguien decir “no lo grito a los cuatro vientos” sin sentir en esas palabras una amarga y pesada carga de autocensura e hipocresía.
Es increíble a estas alturas también tener que soportar que se diga que los heterosexuales no celebran su Día del Orgullo ni andan desnudos por ahí. No, no celebran su día del Orgullo; simplemente porque nadie les cuestiona su forma de vivir, de amar, de sentir. Las mayorías en una sociedad nunca se sienten amenazadas. Si tu nunca has sufrido a causa de tu orientación sexual y/o identidad de género, te felicito. Pero debes saber que no en todos los casos es así. Y antes de juzgar tendrías que saber que los casos son también diversos: personas que sufren abusos a causa de su orientación sexual y/o identidad de género y otr@s que ven alterada su orientación sexual/identidad de género debido a abusos. Así que es difícil, como siempre, saber qué fue primero: el huevo o la gallina. Pero yo que tú cuestionaría menos y empatizaría más.
La homofobia no tiene ojos, luego no necesitas ser visible para convertirte en su víctima. El odio tiene un falso sexto sentido; ataca a quien presuntamente no es heterosexual. Un armario puede ser tan estrecho que no tenga lugar para nadie más; así el encierro te condena a la soledad, salvo cuando sales a saciar tu apetito por las noches. Yo que tú me cuidaría y me fijaría bien antes de ocultarme. En las tinieblas del miedo, puede ser que confundas un ataúd con un armario. Much@s han intentado esconderse en un armario y han terminado en un ataúd. E irónicamente, lo que callas en tu vida es lo que comentan las malas lenguas tras tu partida. Tu muerte es menos importante que el “legítimos derecho a la defensa” de un “pobre homófobo víctima del pánico gay”. Los inocentes son los culpables, dice Su Señoría. Puede que no haya armario ni ataúd inmune a los cuchillos, pero si pudieras reconocerte después de muert@, te darías cuenta que armarios y ataúdes son tan débiles que incluso pueden ser penetrado por simples palabras. Todo aquello que protegías como un tesoro -tu maldita discreción, tu armario, tus salidas nocturnas- ahora son solamente cinco minuto de conversación en una charla entre vecinos. Los armarios se disuelven, caducan automáticamente tras la muerte. Y no sé tú, pero yo soy una persona, no cinco minutos de conversación entre dos o más estúpid@s irrespetuos@s.
Y mientras tanto vives con miedo, y criticas a quienes viven con orgullo. Y mientras tanto, vives en la mayor comodidad, mientras otr@s se toman la molestia de defender tus derechos, nuestros derechos. Y
mientras tanto, te miras al espejo y ves un hombre o una mujer feliz. Y mientras tanto, en algún lugar hay una mujer o un hombre que no se ve al espejo, que necesita cambiar y que debe lidiar con los prejuicios de una sociedad hostil, incluso de su círculo más cercano. Porque los círculos a veces contienen, otras veces encierran.
Tal vez no sea yo quien deba pedirte que salgas del armario Pero puedo pedirte que saques de tu armario a esa empatía tan necesaria. que la hagas visible; que si no apruebas, al menos no condenes, que pienses, que reflexiones, que analices. No tod@s somos iguales; ni siquiera la propia orientación sexual o identidad de género se encuentra a salvo de las diferencias socioeconómicoculturales. En los sectores más altos de la sociedad los armarios son aterciopelados y acolchados, mientras que entre las personas de bajos recursos pueden ser tan delgados que les deje expuest@s a todo tipo de peligros.
Puedo pedirte si no es mucha molestia, que si no quieres marchar a nuestro lado, al menos te pongas en los zapatos de la gente que conozco y que me acompañan o me han acompañado en el camino; que te pongas en esos zapatos e intentes dar dos pasos sin ser insultado o humillado, que pienses que en esta marcha no estamos tod@s porque nuch@s se ha detenido abruptamente antes. Que pienses que conozco personas que han sido abusad@s sistemáticamente de niñ@ ante la indiferencia de su familia y que hoy tiene más pluma que un pavo real. Ahora la sociedad ya no es indiferente; ya expresa rechazo. ¿Dónde estaban ell@s antes? ¿No rechazan la pedofilia, la pederastia? También quisiera que te calces las zapatillas de esos ojos oscuros que estaban cansados de luchar cuando se cruzaron en mi camino; que ya llevaba un intento de suicidio a temprana edad a causa del sistemático rechazo por parte de sus compañeros de aula. Quiero que sepas que soy fuerte y que puedo luchar por mí y por los demás, pero a lo único que soy vulnerable es a esos ojitos oscuros cuando se hacen agua. Hoy en día él marcha a mi lado, y -mejor aún- ha sido por iniciativa propia, no por mi intervención. Eso alivia la pena que me da saber que tú no nos acompañarás. Quisiera que cuando te pongas en mis zapatos también cargues mi bandera; es sólo de tela con un simple mástil de madera, pero pesa tanto que much@s han caído bajo su peso. A veces es como una cruz, pero la cargamos con orgullo. Con mucho orgullo.
Es irónico que cuando eras pequeñ@ tuvieras miedo al monstruo que vive en el armario y que acecha por las noches y que hoy, ya crecid@, seas un okupa del armario y tengas miedo al monstruo que vive fuera de tu clóset. No te preocupes; nada ha cambiado desde que eras pequeñ@: el mosntruo sigue siendo imaginario y no hay nada que temer.
Querido ser invisible: no creo en seres imaginario, no creo en el monstruo del armario. Pero tú eres invisible, no imaginario; eso es distinto. Creo en tí. No te tengo miedo. Sé que no eres invisible sino que tan sólo te ocultas en las tinieblas. No te tengo miedo y espero que tú tampoco me temas. Toma mi mano y te ayudaré a salir, pero si no te atreves, siempre tendrás a alguien que te aconseje y te escuche. Me sentaré junto a tu armario, te traeré algo de beber y de comer, responderé preguntas y haré lo que sea para darte una mano. Tal vez algún día tengas el valor suficiente para salir y darme el abrazo más fuerte y duradero del mundo. Hasta que ese día llegue, e pido que no te molestes en insultarme. Mi orgullo es inmune a los insultos. Ojalá pudieras decir lo mismo de tu armario para que así no te vea sufriendo como te veo ahora. Vive y deja vivir. Pero insisto, ¡vive!, que ocultarse no es vivir. Porque, como dice una vieja y buena canción, eso es “permanecer y transcurrir”, no “honrar la vida”.
Colectivo de Gays, Lesbianas y Transexuales de Priego de Córdoba, dirección de correo electrónico:
gaylesb.priego@gmail.com
12 comentarios:
Así me gustan a mí los textos, sin pelos en la lengua... o en la pluma.
Brutal y certero.
Un abrazo para todos.
Muy bueno y muy valiente.
Enhorabuena
Paco.
Los armarios pueden ser aterciopelados o frágiles...pero todos "ocultan" dentro de sus puertas algo...sólo lo que sale y se muestra cobra la autencicidad de lo que es...lo que es, es lo verdadero.
Prefiero el reconocimiento de lo que es, aunque no sea comprendido por todos, es auténtico.
Valiente,acertado y oportuno. Los alardes estan de más, basta que cada uno nos mostremos como somos.
Valiente, acertado, sin cursilerías ñoñas, bien escrito, áspero, grave y ácido.
Salud!!!
hola
bendiciones y respeto para quien haya escrito este texto. es iluminador encontrar inspiracion lejos, para pdoer seguir viviendo aqui cerca.
Magnífico texto... claro, directo, sincero y lo mejor de todo respetuoso.
Gracias por compartirlo
Gran post, valiente, emotivo.
Besos enormes
Óscar (y no Oscár, como pone el buen amigo Antonio, jaja):
Ignoro qué edad tengas, pero se lee, en tu post, algo de amargura.
Yo tengo 53, pero aparento 35, como todo buen gay, jaja
Madrea a los heterosexuales.
A aquellos que no nos pueden ver ni en pintura.
Yo ya no le tengo miedo a nada ni a nadie: tengo amigas y amigos que me quieren bien.
Eso incluye a mi familia.
Así es que el que me quiera dirigir la palabra, debe ser, para mí, sincero.
Hablas del armario o clóset, como le llamamos los mexicanos.
Si así está la situación en España, nación del primer mundo, imagínate cómo estamos en México.
Esta Revolución (la de los LGBT) ya no la para nadie.
Solo los heterosexuales inteligentes, que no cultos, nos entienden.
Si a mí me hubiesen dado el deseo de dónde nacer, habría escogido Andalucía.
¡La tierra de Federico García Lorca¡
Cualquier baba de perico, se dice aquí, para expresar que es un chingón, de entre todos los chingones de las Letras Universales.
En todos lados se cuecen habas, Óscar.
¡Lo que debió haber sufrido, antes de su muerte no llamada, el genio de Fuente Vaqueros¡
Yo (imitando muy mal a Garcilorca), te saludo y respeto.
Juan Tadeo Llamas del Fuego, de Bosques, Praderas y Valles, jaja
Nadie puede etiquetar a nadie por el uso que haga de su sexualidad. A los heterosexuales no se nos señala por la calle y se nos dice ¡oye tú hetero!
La única condición que conozco es la de ser humano, que ya es bastante complicada de por sí como para,encima, ponerle etiquetas estúpidas.
¡Somos tan míseros a la hora de relacionarnos y de aceptar a los demás tal cual son, sin prejuicios! Hemos avanzado mucho en legislación pero el cambio social va, y seguirá yendo, mucho más lento. Son muchos siglos de hipocresía, de represión de nuestros pensamientos y sentimientos, y eso cuesta cambiarlo.
Para los que la razón nos ha llevado a valorar las cosas de otra manera sin necesidad de traumatismos, nos parece incomprensible que los demás, o la mayoría, no haya llegado a las mismas conclusiones, pero la realidad es que no han llegado y lo que es peor, no quieren llegar. Hay que tener paciencia y esperanza. Yo creo en un mundo mejor, en un mundo en el que cada cual sea lo que quiera ser y eso se contemple como la más absoluta de las normalidades.
Yo soy de las que defiende las celebraciones, ya sea del Orgullo Gay o de la Mujer Trabajadora o del aborto libre. Hay que sentirse orgulloso de defender aquello en lo que uno cree y socialmente sufre rechazo por puro "cavernirmo" moral.
Un besazo.
Buen texto: valiente y asertivo.
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